Afirmaba contundente Petón el pasado verano que Borja Bastón es un delantero que tiene 25 goles dentro y que solo faltaba por saber qué temporada empezaría a marcarlos. Aún no había firmado el ariete por el Zaragoza y ya apostaba por que sería esta la primera. Se podría dudar de la objetividad de la aserción hecha por el agente por el mero hecho de que el goleador pertenece a Bahía, su agencia de representación, si no fuera porque este exfutbolista devenido en comunicador, escritor, mediador y no se sabe cuántas cosas más, se prodiga en el pronóstico con futbolistas de todo círculo y ralea. Con cierto tino, además. De Bono, por ejemplo, también expuso casi todas sus ventajas. Petón, que conoce bien a Borja, era consciente del momento y de la confluencia de agentes como la edad, la oportunidad, la categoría y el equipo. Y acertó. Bueno, está cerca.

Raro sería que Borja no llegase a las 25 dianas en las doce jornadas que quedan, aunque de momento ya ha igualado las 20 del inolvidable Pichi Alonso en la 77-78, el último futbolista que llegó a esa cifra en su primera campaña como zaragocista. En caso de mantener el promedio, sumaría 28 goles antes de concluir la Liga, sin contar con la promoción, esa otra historia. Con esos tantos de un delantero, Ewerthon, logró el Zaragoza el último ascenso a Primera. La diferencia es que entonces no recibía casi gol y medio por jornada, y que ascendían tres directamente.

Se puede decir que Bastón está cumpliendo de sobra con lo que se esperaba de él. En el Zaragoza ha ido aprendiendo a que reverberen sus virtudes al tiempo que encapota sus defectos. De hecho, ha participado en más de la mitad de los goles anotados por su equipo. Ha marcado 20 de los 47 y ha dado cuatro pases de gol, así que su influencia es directa en el balance ofensivo de un equipo al que le arregla muchos partidos por sí mismo.

Se ha lamentado Borja alguna vez por aquellos goles que debieron ser triunfos pero se fueron al limbo. Los que no marcó, se entiende. Aquellos de Soria, el de Miranda, otro en Sabadell, el remate del último minuto ante el Betis... Ni así se le encuentran muchos peros a Bastón, siempre en el contrapunto de sus compañeros, capaz de aislarse de crisis y partidos horrorosos para rescatar puntos. Pasó malos momentos, incluso físicos, en algunas fases en las que se veía mejor al Zaragoza. Pero no ha dejado de marcar, sin permitirse ni una sequía prolongada.

El pichichi de Segunda es más. Es la sonrisa, el avión y el compañero. No se ha visto envuelto en ningún contratiempo durante toda la campaña, bien armado para capear problemas con la naturalidad de la palabra, además de ser uno de los preferidos en el vestuario. Ayer le dedicó un gol a Eldin, el amigo caído la pasada semana, mostrando siete dedos (el dorsal del bosnio). El segundo se lo agradeció a Willian José, por el regalo. Antes, como en Mallorca, se había fabricado el penalti que cambió el partido y, por qué no, debe alterar la deriva de un Zaragoza que, si no asciende, lamentará eternamente su estupidez defensiva, su obtuso desequilibrio pese a tener al mejor goleador de la categoría.