La avispa asiática, insecto invasor que diezma gravemente las colonias de abeja, se detectó por primera vez en España en el año 2010, procedente de Francia, y desde entonces ha tenido una expansión tan meteórica que ahora todas las esperanzas pasan por mitigar los daños causados y limitar las áreas de nueva colonización. "Es demasiado tarde para erradicarla por completo, pero sí debemos evitar que progrese mucho más", considera Sandra Rojas, investigadora de la Universidad de Vigo que trabaja en el desarrollo de métodos de contención para el insecto.

En Galicia, una de las zonas más afectadas, se detectaron y eliminaron el año pasado unos 6.000 nidos, frente solo 16 en el 2013, la mayoría en zonas costeras. "Se ha perdido el 30% de la cosecha de miel", añade. Y una situación similar se sufre en País Vasco, sobre todo en Guipúzcoa, donde se han detectado nidos incluso en entornos urbanos. También está afectando de forma incipiente a las cosechas de uva, pera o manzana, puesto que los adultos de avispa devoran el polen. "No se atajó muy al principio y esto es lo que ahora tenemos", lamenta Joan Pino, subdirector del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) de la Universidad Autónoma de Barcelona.

UN GOLPE EN LA MANDÍBULA Gracias a su gran fuerza y tamaño, la avispa asiática captura entre 25 y 50 abejas al día, generalmente asestándoles un golpe en la mandíbula y clavándoles su largo aguijón (cinco milímetros). Luego las despojan del abdomen y las patas. El tórax "lo convierten en una especie de masilla y lo trasladan hasta el nido para alimentar a sus larvas", relata Rojas. Una vez han desaparecido las obreras, entran en el panal y acaban con la miel. Los adultos no consumen abejas.

Afortunadamente, parece que la avispa asiática tiene unos requerimientos climáticos muy precisos: "Busca zonas sin heladas rigurosas, con una elevada pluviometría, cercanas a cursos de agua y generalmente cubiertas de árboles caducifolios (robles y hayas)", afirma Pino, que ha desarrollado diversos modelos informáticos para calcular su posible expansión. Al margen de Galicia y País Vasco, también se ha detectado en Cataluña, La Rioja, Asturias, Castilla y León y Cantabria. El último territorio invadido es la isla de Mallorca, donde fue avistada por primera vez el año pasado. "Avanza como la pólvora, siguiendo la pauta esperada", añade Pino.

El subdirector del CREAF explica que la avispa asiática se expande rápidamente gracias a su gran capacidad de reproducción y de dispersión de nuevas fundadoras de colonias. De hecho, una sola reina se basta para crear un nido, que luego puede tener hasta 15.000 celdas. "Si consideramos que cada fundadora de un nido puede producir 500 nuevas reinas al año, se entiende que el aumento de sus poblaciones sea tan rápido", explica Pino.

La única acción efectiva para frenar la expansión por ahora es la captura de las avispas, especialmente las hembras fundadoras, mediante trampas en las zonas con mayor presencia. Como explica Rojas, los insectos llegan atraídos por un "cebo de olor", entran en el recipiente, ya no pueden salir y mueren. Además, se intenta que no caigan otros insectos. "El problema con todos los sistemas usados hasta ahora es que no capturan un número significativo de avispas", lamenta la investigadora. "Ahora estamos probando es un cebo con vino, cerveza negra, zumo de arándanos y azúcar", añade.

"Queremos atrapar a las reinas fundadoras cuando salen del nido después de letargo invernal", explica Rojas. En ese momento ya están fecundadas. "Lo único que necesitan es un poco de alimento, celulosa del ambiente, y enseguida empiezan a construir un nuevo nido. Las restantes avispas suelen morir en invierno. El problema --advierte-- es que los inviernos suaves de los últimos años están alterando los ciclos estacionales y será más complicado atraparlas".