Este martes, la Puerta del Sol ha amanecido con una decena de periodistas recopilando opiniones de los viandantes sobre la vuelta del famoso cartel de Tío Pepe a la emblemática plaza.

El Tío Pepe, con su sombrero, su guitarra y su salero natural ya restaurados, ha vuelto la noche del pasado lunes a coronar la Puerta del Sol, tras abandonar el número 1 ha pasado al número 11 de la emblemática plaza, donde muchos madrileños lo han recibido con los brazos abiertos, aunque no han faltado las críticas.

Entre los conocidos muñecos, las estatuas humanas, los compradores de oro y algún que otro aficionado del Atlético de Madrid y del Chelsea -preparados para el partido que los dos equipos de fútbol disputarán la noche de este martes-, algunos curiosos levantaban la mirada hacia el divertido cartel.

"No molesta", ha reivindicado una joven, en alusión a las críticas que ha recibido la decisión de volver a poner el rótulo de la empresa jerezana presidiendo la capital de España. De hecho, no cree que el cartel dañe la imagen de la Puerta del Sol.

Por el contrario, Dolores, una señora mayor que porta un pequeño broche con la bandera republicana en su chaqueta, denuncia que, aunque le parece "bien" que lo vuelvan a poner, deberían haberlo hecho en su anterior ubicación, en el número 1 de la Puerta del Sol.

"¿Qué pasa? ¿Que el del nuevo edificio pedía menos dinero?", comenta la señora, indignada, antes de incidir en que, si de verdad era un emblema, debería seguir siéndolo en su edificio original.

La noche del pasado lunes, varios operarios subieron las letras que forman el anuncio a la azotea del edificio de Puerta del Sol, 11, a 130 metros del lugar donde estuvo emplazado durante casi ocho décadas.

A Tío Pepe le han vuelto a pintar la botella, la chaqueta, la guitarra y las letras, además de colocarle nuevos neones y de aligerarle la estructura.

Unos trabajos de restauración que Jacobo, de 50 años, considera "excesivos", teniendo en cuenta que, según él, el Gobierno sólo utiliza el dinero para "ridiculeces" y "cambalaches", en vez de reforzar el presupuesto de educación y sanidad. "Este gasto superfluo se llama despilfarrar", afirma el madrileño, quien reconoce sentirse "estafado" por la repercusión de la recolocación del famoso rótulo.

Decenas de viandantes hacían fotos la mañana de este martes al cartel, e incluso había turistas y madrileños que se hacían autofotos -los famosos 'selfies'- para retratarse a sí mismos con un pedazo de historia de la capital de fondo.