China regulará por primera vez el turismo para evitar prácticas abusivas y acabar con el caos en un sector que ha crecido a un ritmo desbocado. Treinta años atrás, el país permanecía cerrado al exterior y la población autóctona carecía de medios para viajar. Hoy, China atrae a turistas de todo el mundo y el desarrollo económico, la mejora de las comunicaciones y la dificultad de los chinos para lograr visados han estimulado el turismo interior. China es el tercer país receptor de turistas extranjeros (superó recientemente a España y ocupará el primer lugar en el 2015) y el primero en volumen de viajeros locales.

"Existe la urgente necesidad de una ley para promover el desarrollo sostenible y saludable del turismo", reconoció el lunes pasado Yin Zhongqing, vicedirector del comité económico de la Asamblea Nacional Popular, una suerte de parlamento. La ley enumerará los derechos del turista y fijará unas condiciones elementales para el desarrollo de las agencias de viajes.

La industria turística estaba hasta ahora regulada por un centenar de gobiernos locales, lo que conducía a un desbarajuste peligroso para el cliente. La intención de homologar la normativa se arrastraba desde hace décadas. El proyecto de ley, que recoge influencias de países occidentales, tocará los aspectos más delicados y ya ha sido aplaudido por los profesionales. Se espera que ordene un sector atomizado en miles de agencias, algunas de las cuales ofrecen precios imbatibles y servicios miserables.

Entre las prácticas prohibidas figuran las excursiones gratuitas o incluso incentivadas económicamente que desembocan en tiendas con precios inflados, de cuyas ventas la agencia se lleva una comisión. No es raro que un venerable anciano venda milagrosos remedios de medicina tradicional que en la farmacia cuestan 10 veces menos. Los paquetes turísticos deberán informar detalladamente del itinerario, hoteles y comidas, sin sobreprecios añadidos. También los lugares turísticos tendrán que establecer un aforo máximo y respetarlo.

VEJACIONES Tres semanas en todo el año concentran la temporada turística en China. Tras ellas proliferan en internet denuncias de masificaciones, precios desorbitados y trato vejatorio. Las quejas, en menor medida, también llegan de los extranjeros. Detrás de muchos excesos están los guías chinos y su pequeño salario, que esperan completar con las comisiones de las ventas o las excursiones opcionales. Eso explica que algunos turistas, tras un vuelo transoceánico, sean conducidos desde el aeropuerto al Mercado de la Seda, el templo de casi todas las falsificaciones.

MÁS INFORMACIÓN Un guía acompañante catalán con larga experiencia en China sostiene que, como en otros sectores, el servicio está ligado al precio. "Recomiendo buscar un paquete turístico que incluya un guía español. Serán mejor tratados, irán a menos tiendas y estarán menos tiempo en ellas. No todos los problemas pueden solucionarse, pero nosotros somos más capaces. Los guías chinos no son deshonestos sino simplemente pícaros, como cualquier vendedor", opina. Los problemas se han agravado con la crisis porque los turistas cada vez exigen paquetes más económicos y traen menos dinero.

Muchos lamentos están relacionados con el desconocimiento. Por ejemplo, que la comida es picante o que Shanghái en verano es un horno. Dice el guía catalán que la culpa no es tanto de las agencias chinas sino de los turoperadores españoles, que no informan a sus clientes.

Otras quejas se explican por la ignorancia de la realidad de este país, muy lejos en calidad de servicios de otros destinos. No es raro que el turista español, tradicionalmente aquejado del síndrome de nuevo rico, haga chascarrillos lindantes con el racismo acerca de las condiciones de un restaurante o se indigne por las de un lavabo cuando viajeros de países más desarrollados las aceptan sin aspavientos.