Suiza, país de quesos, navajas y relojes, es también últimamente país de extravagantes personajes gastronómicos. Empezó este verano con Pascal Henry, el gurmet de Ginebra que se volatilizó tras fracasar su ruta por 68 restaurantes con tres estrellas Michelin. Y ha continuado esta semana con Hans Locher, un cocinero que se ha visto obligado a renunciar a sus deseos de emplear leche materna para elaborar algunos platos del restaurante Storchen, ubicado en Winterthur (localidad cercana a la frontera alemana).

Locher, a quien se le ocurrió la idea poco después de nacer su hija, anunció a principios de semana que ofrecía 6,5 francos suizos (unos cuatro euros) a aquellas madres que le vendieran cuatro decilitros de su leche, lo que vienen a ser cuatro medidas de biberón. La intención del cocinero era usar el líquido para preparar salsas, sopas y guisos de ternera ya que, aseguró, la leche de una mujer es más suave y contiene más grasa que la de vaca. "Además, si todos de bebés nos hemos alimentado de la leche materna, ¿por qué no tomarla de adultos?", se justificó.

Aunque el cocinero también insistió en que la identidad de las madres que le vendieran la leche quedaría "en el anonimato", al restaurador no le quedó más remedio que comunicar poco después en Radio Zurisee que renunciaba al plan. Su propuesta había desatado una agria polémica en Suiza y engendrado numerosos foros en internet, donde unos usuarios discutieron "lo psicológicamente indigesto que puede ser beber leche de una desconocida" y otros avalaron "la originalidad de la idea" y las cualidades nutritivas de un producto que, eso sí, "debería respetar la higiene".

AMENAZA DE MULTA Pero lo que realmente disuadió a Locher fue la intervención de las autoridades alimentarias del cantón de Zúrich, que le amenazaron con denunciarle si no desistía. "La legislación no considera a los humanos como productores de leche. No están en la lista de las especies autorizadas a darla, como las vacas o las ovejas, aunque tampoco están entre las especies prohibidas, como los monos", explicó Rolf Etter, del laboratorio de control alimentario de Zúrich. Sin embargo, a pesar de ese vacío legal, los responsables sanitarios concluyeron que el uso de leche materna en un restaurante hubiera constituido un delito.