Cuando el avión de Germanwings se estrelló en los Alpes franceses en marzo del 2015, Mari Ángeles Bollas (Barcelona, 1974) se vio de repente con dos frentes abiertos. Por un lado, superar la muerte de su pareja y padre de su hija, Toni Betriu, ingeniero de la empresa Weidmüller y pasajero del aeroplano. Por otro, adentrarse en un enrevesado camino judicial para conseguir una pensión de viudedad pese a no estar casada ni inscrita como pareja de hecho.

Un año y medio después, el Juzgado Social número 33 de Barcelona le ha dado la razón en una sentencia pionera que iguala sus derechos a los de las personas casadas. Aunque ha sido recurrida por la aseguradora (Asepeyo) y por la Seguridad Social, su abogado trabaja para que la empiece a cobrar lo antes posible.

-Entiendo que la denegación de la pensión le generó más dolor.

-Cuando te sucede algo como lo del accidente, tienes que empezar de cero. Primero debes asimilar la muerte de tu pareja, algo que no llegas a hacer del todo nunca, pero tienes que tirar adelante con tu hija. Y empieza el papeleo y la burocracia. Lo primero que hago es pedir las pensiones de orfandad y de viudedad, pero esta última no me la conceden. Y se me viene encima una sensación de abandono.

-¿Qué pruebas presenta para documentar que su pareja y usted tenían una vida en común?

-Hemos estado conviviendo durante 10 años, tenemos una hija en común de dos años en el momento en que Toni fallece, cuentas bancarias comunes, estamos empadronados juntos... Pero no teníamos ningún papel firmado.

-¿Por qué no se casaron?

-Somos ateos y no teníamos la necesidad de hacerlo. Vivíamos, eso sí, como cualquier pareja casada. No sabíamos que estábamos viviendo alegalmente. Nos considerábamos una pareja de hecho y nunca habíamos imaginado un escenario como este; de haber sido así, nos hubiéramos replanteado, muy a pesar de nuestras creencias, el firmar algún tipo de papel. Pero no nos informaron.

-Usted dejó de trabajar para cuidar de la niña.

-Sí. Toni y yo trabajábamos en la misma empresa, allí lo conocí. Al nacer la niña, no teníamos a nadie que nos pudiera ayudar a cuidarla, así que cogí una excedencia de un año. Cuando me iba a reincorporar, necesitaba una reducción de jornada para seguir cuidándola. Pero la empresa necesitaba a una persona durante ocho horas y llegamos a un acuerdo. De repente me veo sin trabajo y sin los ingresos de mi pareja.

-¿Cómo ha tirado adelante hasta ahora?

-Toni y yo teníamos muchos planes de futuro y en ellos estaba construirnos una casa. Habíamos vendido el piso donde estábamos y nos fuimos de alquiler porque ese dinero pensábamos invertirlo en la nueva casa. El accidente fue el 24 de marzo y empezábamos a construir el día 30. Todo se desvaneció. Así que he ido tirando de esos ahorros. También he tenido la indemnización de la aseguradora, ya que fue accidente laboral.

-¿Qué pensiones recibe?

-Tras el accidente, solicité el subsidio por desempleo, pero no me lo concedieron porque mi hija está cobrando una pensión de orfandad. No eran compatibles. En caso de que mi pareja no hubiera fallecido, yo sí hubiera cobrado esa ayuda. Pero los ingresos por orfandad son bajos para dos personas y ella tiene toda su vida por delante, no puedo estar disponiendo de su dinero. Me entró tal rabia que acudí a mi abogado, Juan Carlos Angulo, que me ha ayudado mucho. Decidimos seguir adelante y poner una demanda contra Asepeyo.

-¿Cómo es ese proceso desde que ponen la demanda hasta ahora?

-La burocracia y rebuscar entre tantos papeles es muy doloroso, porque revives todo el rato la vida que tenías con una persona que ya no está.

-¿Esperaba ese fallo del juez?

-Me sorprendió, aunque tenía una esperanza. En un principio todo el mundo me dijo que era prácticamente imposible si no había un cambio en el Gobierno que volviera a dejar la ley como estaba antes del 2014.

-La sentencia incluye un apartado dedicado a la «discriminación indirecta por razón de sexo».

-Me he sentido totalmente discriminada como viuda y como mujer. Yo no volví a trabajar porque tenía que cuidar de mi hija. Tenía una dependencia económica de mi pareja, aunque fuera una decisión mutua. En nuestro caso, además, siempre tuvimos claro que no queríamos casarnos, pienso por qué una tiene que ir en contra de su ideología para tener los mismos derechos.

-El juicio se celebró en marzo...

-Cuando salí, exploté a llorar, fue muy duro. Además, los afectados por el accidente aún tenemos pendiente el juicio contra Lufthansa, que puede tardar entre dos y seis años. Es todo una lucha constante e interminable.

-¿Cómo valora el resultado?

-Es una sentencia muy importante para la sociedad, sobre todo para que parejas en mi misma situación sepan cómo está la ley.