Los Mossos d’Esquadra arrestaron el pasado miércoles a un hombre al que llevaban buscando desde hacía casi 10 años por un asesinato frustrado en el Puerto Olímpico de Barcelona. Tras apuñalar gravemente a un hombre, el sospechoso se dio a la fuga y, en apariencia, había abandonado la capital catalana. Lo cierto, sin embargo, es que seguía residiendo aquí gracias a la protección que le proporcionaba su familia.

La pelea tuvo lugar durante una madrugada del verano del 2008. Era la noche del viernes al sábado del último fin de semana de agosto y acababan de finalizar los Juegos Olímpicos celebrados en Pekín. En la zona de ocio del Puerto Olímpico, concretamente en la calle de la Marina, dos jóvenes de etnia gitana se enzarzaron en una refriega que terminó a navajazos. Uno de ellos, de 23 años, acuchilló repetidamente a su adversario. Lo dejó tan grave que este tuvo que ser trasladado al Hospital del Mar e intervenido de urgencia. Aquella operación le salvó la vida y, con el tiempo, pudo recuperarse de las heridas.

Los Mossos activaron una investigación para dar con el autor de las puñaladas, pero todo apuntaba a que el agresor, el joven de 23 años, había huido para evitar ser arrestado. Un juzgado de la Audiencia Provincial de Barcelona puso una orden de búsqueda y captura contra él, pero durante 10 años nadie logró dar con él. Esto cambió hace pocos días, cuando agentes del área de policía comunitaria de la comisaría de Nou Barris averiguaron que el sospechoso de aquel asesinato frustrado estaba en Barcelona y residía en un domicilio de ese distrito. Conscientes de que se trataba de un individuo con antecedentes que podía ir armado, los policías optaron por activar un plan de seguimiento. Durante la observación, los agentes se percataron de que el prófugo se alojaba en casa de su hermana y que esta realizaba tareas de vigilancia, porque tomaba precauciones antes de que este saliera a la calle y garantizar que su presencia no fuera revelada.