Entre ovaciones y pitos, el Consell de Mallorca dio ayer vía libre a la construcción de un macrohotel de 1.200 plazas con campo de golf proyectado junto al litoral virgen de Sa Ràpita-Es Trenc, en el municipio de Campos. El PP impuso su mayoría absoluta para modificar el Plan Territorial de la isla y dar cabida al complejo que ha desatado una gran polémica.

El alcalde de Campos, Sebastià Sagreras (PP), fue de los más madrugadores y tomó asiento en la primera fila, acompañado por vecinos del municipio favorables a la iniciativa, que coparon los asientos del salón de plenos e increparon a la oposición socialista y econacionalista, así como a la portavoz del grupo ecologista GOB, Margalida Ramis, quien sostuvo en su intervención que "decir que con la construcción se creará empleo es dar argumentos propios de los años 70". "Es una decisión valiente que reportará 3,5 millones a las arcas municipales", contrapuso el alcalde, que cuestionó los males medioambientales augurados por la ubicación del complejo, en un extremo boscoso del sistema dunar protegido.

A las puertas de la institución, unas 200 personas protestaron bajo el lema Qui estima Mallorca no la destrueix y con el estruendo de una cacerolada convocada por los ecologistas y la plataforma Salvem sa Ràpita, a la que se sumaron dirigentes de la izquierda alternativa. Para el 29 de abril han convocado una cadena humana que pretende abarcar los cuatro kilómetros de playa virgen para expresar su negativa a este modelo de crecimiento.

La tensión ciudadana se traslado al debate político. "Estoy bien tranquilo, no tengo ningún miedo", replicó el conseller de Urbanismo, Mauricio Rovira, ante el anuncio de acciones judiciales por parte del PSM-IV-ExM. Para su portavoz, Joan Font, "no se puede pasar el suelo urbanizable de Campos de 2 a 21 hectáreas por la vía de subsanar un error material, eso exige una modificación legislativa".