Si el presidente asturiano, Javier Fernández, fue la cara de la gestora después de que el susanismo moviera la silla a Pedro Sánchez, el líder depuesto halló en Asturias a su particular don Pelayo (doña en este caso) para su reconquista: Adriana Lastra (Ribadesella, 1979). Tras apostar por él como secretario general ya en el 2013, se rebeló contra su forzada dimisión y le animó a volverse a presentar. Coordinadora de la campaña de Sánchez en las primarias, será ahora una de las figuras con más peso en la nueva ejecutiva, como vicesecretaria general.

Lastra, que en la investidura de Rajoy se «abstuvo por imperativo», no ha dudado en enfrentarse con quien fuera por Sánchez. Incluso con Felipe González, Zapatero y con los barones, empezando por el presidente de su comunidad y líder del PSOE asturiano, a los que reclamó que pidieran perdón por su beligerancia contra Sánchezel ganador de las primarias.

Orgullosa de no haber renegado de Pedro Sánchez, pese a haber sido «purgada» («pueden cesarme, sacarme de la diputación y de la lista cuando toque. No voy a cambiar de posición. La libertad se aprende ejerciéndola», tuiteó tras ser apartada por la gestora de la Diputación Permanente del Congreso), su inquebrantable lealtad la situará ahora en la primera línea sanchista para una nueva reconquista: la de la Moncloa.