La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) coincide en parte con las reivindicaciones que demandan acometer limpiezas en los cauces del Ebro para frenar el efecto devastador de sus crecidas pero se ampara en la restrictiva normativa medioambiental y la falta de implicación de otras administraciones en estos trabajos, sujetos siempre a las disponibilidades presupuestarias. Asimismo, la confederación recuerda que tiene competencias para autorizar actuaciones en el dominio público hidráulico, pero la ejecución depende de las entidades que lo soliciten.

La CHE constató en el 2013 que existe una sobreelevación del cauce que maximiza el impacto de las riadas, por lo que ha impulsado un Anteproyecto de zonas con potencial de extracción periódica de sedimentos en el tramo medio del Ebro para mejora de la sección de desagüe que plantea una serie de actuaciones en el cauce. Pero aquí tropieza con una normativa medioambiental --tanto europea como estatal y autonómica-- que, según fuentes del organismo de cuenca, impiden que se puedan realizar estas extracciones como se hacía antaño. El proyecto está definido en su área técnica y se está trabajando con el ministerio para que estas requieran únicamente la autorización ambiental de las comunidades autónomas y se eviten las declaraciones de impacto ambiental que rechazan estas prácticas.

El presidente de la CHE, Xavier de Pedro, indicó ayer que "el organismo de cuenca no es quien redacta las normativas europeas ni los planes de ordenación de recursos naturales. Nos hacen pasar como los malos de la película cuando la confederación atiende las peticiones que recibe". A su juicio, es necesaria "la agilización de los trámites ambientales y más implicación de las comunidades autónomas" en la limpieza de los cauces y evitar que cada vez que haya una crecida ordinaria puedan producirse daños considerables.

VEGETACIÓN

La CHE confirmó que las últimas riadas a pesar de ser ordinarias han llevado una altura más elevada de lo habitual. Según los estudios técnicos, entre otras causas por el arrastre de fertilizantes usado en los cultivos que favorece el crecimiento de la vegetación en el cauce o por la construcción de motas que han alterado la dinámica natural del río. Los aportes sólidos del río se van depositando en el espacio entre las motas y obstruyen en algunos casos el flujo del agua, y es ahí donde pretende actuar la CHE si hay una flexibilización en la normativa ambiental. "Se trata de conjugar el respeto al Medio Ambiente con las actuaciones que permitan la normal actividad económica en la zona", señala De Pedro.