No hay manera de que un pleno tan soso y aburrido como el que se avecinaba ayer acabe siendo solo eso, soso y aburrido. Los ánimos están muy caldeados y el más mínimo gesto sirve para saltar. Y se repite cada mes. Hasta el alcalde bromeaba ayer con que se acercaba "la hora de la bronca, que ya es tradición" que suele rondar las dos de la tarde. Como si el apetito despertara las ganas de jarana. Y cualquier excusa es válida. Y, por supuesto, un pleno largo. Ayer ocho horas para acabar defendiendo a los medios de comunicación, los únicos que seguían escuchándoles.

Una gélida mañana que comenzaba con los trabajadores de las contratas municipales a las puertas del consistorio protestando por los recortes y su defensa de lo público. En un tono moderado que nada tuvo que ver con el empleado por varios sindicalistas de la CNT, que interrumpieron el pleno durante más de cinco minutos para reclamarle al alcalde un local. "Somos el único que no recibe subvención", le increpaban, mientras le exigían un lugar de reunión.

Quizá los ediles se contagiaron de esa crispación. Por sus formas y sus broncas, que fueron continuadas. Y ya no era la habitual batalla campal entre la bancada popular y el resto --PSOE, CHA e IU--, sino que se amplió en más frentes.

El cabreo de CHA

Los nacionalistas se llevaron, dialécticamente, la victoria a los puntos --o por KO-- en casi todos los puntos en los debates de calado, como el canon de saneamiento o la paga extra. Y no escatimó en reproches para mostrar su cabreo con Belloch.

El esquema del pleno se repite día tras día como si fuera un teatro con tres actos sucesivos: debate-bronca-risa floja. Todo dependiendo de las horas y del cansancio, que se refleja en el pulular de los concejales por la sala ya en mangas de camisa. Broncas, hubo unas cuantas.

Como el enfrentamiento entre el socialista Roberto Fernández y el concejal de IU Raúl Ariza. Este último le dijo "conténte" y el otro reaccionó diciéndole que "a ver si aprendes a comportarte en un pleno". O como en la moción que defendió IU pidiendo al Gobierno la reforma de la ley de Haciendas Locales, la única que defendió el concejal del PP, Jorge Azcón. "Mis compañeros lo han hecho muy bien, yo espero no cagarla", comentó. Pero decidió calentar al concejal de IU, Pablo Muñoz, echándole en cara su concepto de solidaridad y también su sueldo. "Tranqui, que hemos vivido hasta ahora sin Jorge Azcón en el pleno", le respondió el otro.

Lo peor es que, entre acusaciones y reproches, en esta misma moción, la excursión de varios concejales de PSOE, CHA e IU a la sala de los bocatas impidió que saliese adelante la petición de IU. Y estaba ganada de antemano. En otra anterior le pasó lo mismo a otro edil socialista, pero el alcalde le quitó importancia: "Total, la íbamos a perder igual", dijo. Y en otra, Patricia Cavero se quedó sin su éxito anunciado en su moción porque en plena celebración decidió que era buen momento para decir que en Zaragoza las subvenciones se dan a dedo, y CHA e IU cambiaron su voto.

Otros interpretaron que ponerse en el lugar de los periodistas iba más allá de apoyar a la profesión, como el edil Sebastián Contín, del PP, que decidió hacer sus pinitos como cámara en un descuido del operador de Aragón Televisión. Era la hora de las chuflas.