Recién iniciado el largo puente festivo, la expectación es la nota más destacada entre los empresarios turísticos de los valles pirenaicos. «Las reservas van despacio, pero eso puede cambiar de un día para otro», apunta Enrique Marcuello, que regenta un hotel y un restaurante en Senegüé, en el valle de Tena.

Lo que es seguro es que, dada la longitud del periodo festivo, nueve días jalonados por las celebraciones de la Constitución y la Inmaculada, se producirá una gran rotación de la clientela.

«Los navarros han sido los primeros en llegar, porque el sábado es San Francisco de Javier, una fiesta de la comunidad», señaló el pasado viernes un portavoz del Grupo Aramón en Formigal. Una estación donde se espera también, además de sus asiduos clientes zaragozanos y vascos, una gran afluencia de madrileños, sobre todo a partir del día 8 de diciembre.

VIAJES RÁPIDOS

No faltarán, como viene siendo la tónica de estos últimos años, muchos usuarios que hacen el viaje de ida y vuelta en el mismo día, ya sea desde Huesca, Zaragoza, Pamplona o San Sebastián, incluso, dado los avances en la terminación de la autovía entre Jaca y la capital navarra.

«Mucha gente prefiere volver a su casa antes que pernoctar aquí porque así se ahorran lo que cuesta dormir, en torno a 70 euros», explica Marcuello.

Este fenómeno del esquiador relámpago se ha visto potenciado por la notable mejora en las comunicaciones. El desdoble de Monrepós, donde se acaba de reabrir el ramal cerrado cerca de Nueno, facilita esos desplazamientos rápidos.

La terminación de la A-21 potenciará este comportamiento cuando San Sebastián quede a menos de dos horas de Jaca, separadas por algo menos de 200 kilómetros que en su mayor parte discurren ya por autovía.

Esta forma de exprimir el ocio invernal perjudica a unos negocios y beneficia a otros. Los restaurantes situados al lado de los principales ejes, por ejemplo, registran los días de temporada alta una gran afluencia de esquiadores que paran no solo a comer, sino a almorzar, cuando van camino de las pistas, y a merendar, cuando vuelven a sus casas tras una jornada en las estaciones de invierno. Ese continuo ir y venir genera a su vez mucho tráfico en las carreteras a determinadas horas del día que favorece a talleres mecánicos y gasolineras.