Era un día soleado. Una jornada perfecta para los gestos, los brindis, los abrazos y toda la escenografía política. Y se aprovechó al máximo. Lambán y Pérez Anadón estuvieron siempre juntos y sonrientes. No llegaron a besarse ni a cogerse de la mano. Pero casi. Tenía que quedar patente que la relación había superado su crisis y que el cariño fluía por doquier.

Por los pasillos del Palacio de Congresos fluía la negociación. Grupos de unas corrientes y otras reunidos y cerrando los últimos acuerdos. Una suerte de intercambio de cromos en función del peso orgánico de cada uno. Todo por estar en la ejecutiva. Un órgano que pasa desapercibido para la ciudadanía, pero que en la corte política de cada partido evidencia quien pertenece a la nobleza y quien es un plebeyo. Así que todo aquel que quiera tener algo que decir dentro del partido debe estar. Sin más.

Lambán es el que tiene más prebendas a la hora de colocar a su gente. Así que ayer era el más buscado por todos. Le llovieron las felicitaciones. Tan agotado estaba del trajín congresual que fue el primero en levantarse de la mesa tras la comida. Se retiró a sus aposentos a descansar y preparar el discurso. El resto no. Los cerca de 600 asistentes acudieron al encumbramiento del secretario general sin haber pegado una pequeña cabezada. Y eso se notó. El discursó del nuevo líder socialista, de una hora, dejó a más de uno dormido en la butaca. El tono plano y monótono fue como una nana para unos cuantos.

No hubo apenas ni aplausos. El sopor era máximo y el discurso del secretario general un tanto intrincado. Demasiado. Cuando terminó se hizo la luz y los aplausos invadieron la sala. Lambán tomaba el mando. Y allí estaba junto a él Pérez Anadón y también Marcelino Iglesias. Era ya tiempo para cerrar los últimos flecos.

Al margen se quedó Eva Almunia, que no entró en ningún quiniela. Tampoco lo quiso. Aunque ayer le llovieron los elogios por todos lados. Ella los asumió casi como un mal necesario, consciente de que su papel en el seno del partido pasa ahora por una obligada retirada a los cuarteles de invierno. Ya vendrán tiempos mejores.

Más integrada se vio a Pilar Alegría, que gana peso orgánico en Aragón de la mano de Lambán. Hay quien la ve como la futura candidata. Ella, discreta como siempre, no sabe no contesta. Es pronto para eso. Ahora es el momento del nuevo secretario general que ayer tomó el timón del barco socialista con la mar en calma y sin nubes de tormenta a la vista.