"Me costó mucho decidirme a acudir a los servicios sociales. Me daba vergüenza. Pero era eso o iba a un supermercado a por algo de comida para que mis hijos no pasasen hambre". José --prefiere mantener el anonimato--, con 36 años, casado y con una hija de 18 meses y otro pequeño de ocho años, formaba parte de esa clase media que dejó de estar acomodada para vivir del subsidio. "Nos despidieron en junio del 2013 a mi mujer y a mí. Cada uno tenía su trabajo fijo y en distintos sectores y la mala casualidad hizo que nos quedáramos los dos en paro".

Ahora subsiste gracias a Cáritas, que le ayuda a pagar los recibos de la casa, al subsidio y la tarjeta de comida del Ayuntamiento de Zaragoza. "Vamos a negociar con Zaragoza Vivienda para que refinancien nuestra hipoteca", ya que llevan meses sin poder pagarla y pueden perder la casa. El 60% de los ingresos los destina a pagar al banco: 700 euros mensuales de casa y 90 euros al mes por un coche que compraron y que "aunque lo vendamos, nos darán menos de lo que le debo al banco"."En mi vida me habría imaginado tener que pedir y tardé tiempo en dar el paso, pero por unos hijos acabas haciendo lo que sea".

Lo mismo le ocurrió a Santos, de 24 años. No tiene hijos. Tampoco trabajo desde hace tres años y vive gracias a los 573 euros que recibe del Ingreso Aragonés de Inserción (IAI) que ahora va a perder por el cambio de requisitos para poder acceder a la "última ayuda posible", lamenta, por tener, precisamente, esa edad. El Gobierno de Aragón aprobó las nuevas condiciones para acceder al IAI que dejan fuera de las listas de beneficiarios a los menores de 25 años sin nadie a su cargo.

Ambos admiten que esta situación repercute en el ambiente familiar. "Afecta a todo. Estas desanimado de forma constante y todas las frustraciones salen a la luz a la mínima", explica José. "Mi hijo mayor me pide las típicas galletas infantiles o Cola cao y tengo que decirle que no se las compro porque no tengo dinero. Incluso hemos utilizado el que él tenía ahorrado para comprarle algún capricho".

La directora de Planificación y Programación del Instituto Aragonés de la Mujer y socióloga, Carmen Mesa, explica que hay una alta tasa de menores que no tienen la posibilidad de recibir una alimentación adecuada. "No es que haya niños que no pueden comer, sino que tienen carencias porque no reciben las comidas necesarias".

"Cuando se detectó esta situación las entidades se volcaron para alimentar a los menores", apuntó Jessy Clemente, trabajadora social. Pero no es ni suficiente ni la solución y se convierte en un tipo de "caridad que solo parchea la situación". Una idea en la que coincide con Mesa.

"Las ayudas públicas están sesgadas y fragmentadas. No son un servicio generalizado y en condiciones de igualdad", añade. Para Clemente el problema es que se centran solo en la alimentación. "Darles vales de 15 días no soluciona nada, hay que hacer itinerarios personalizados y conocer el fondo de la situación". Hay familias que no saben gestionar el dinero para comprar o hacer una dieta equilibrada, asegura.

Pero este no es el único indicio de pobreza. "Los pequeños están en desventaja en el colegio", añade Mesa. "Una familia sin dinero no puede renovar su vestuario, con lo que implica en una sociedad de consumo; no tienen un espacio propio en la vivienda porque, en muchos casos, tienen que vivir con sus abuelos; ni pueden irse de campamentos o hacer actividades extraescolares". Detalles que, a la larga, afectan al menor.

Del ocio mejor "ni hablamos "Ese capricho no es para nosotros", dicen. Más ahora que "me quedaré sin la prestación", añade Santos. "Me veo muy mal si me la quitan". Empezó a trabajar a los 16 años y la crisis llamó a su puerta. Está dispuesto a trabajar "de lo que sea". Y aquí es donde converge otro de los problemas en España: el trabajador pobre.

Según el profesor de Ciencias Sociales y del Trabajo de la Universidad de Zaragoza, José Manuel Lasierra, este tipo de subempleos, en incremento, "no garantizan salir de la pobreza". "Al final uno hace lo que puede para sacar un mínimo de renta que solo permiten sobrevivir" y que genera desánimo y frustración.