El Banco de España ha pasado durante años por ser la institución más valorada y respetada de la economía española. Sin embargo, la reestructuración de las cajas, que no termina de afrontar su resolución y amenaza a la financiación exterior del país, ha provocado tal ola de desaprobación hacia su gestión que Isidre Fainé, presidente de La Caixa y de la patronal de las cajas (CECA), tuvo que salir ayer en su defensa. El supervisor, proclamó, lo ha hecho "muy bien", tiene las "ideas claras" y ha actuado de forma "coherente".

Un apoyo rotundo en el día en que, en un gesto con escasos precedentes, el PP sembró dudas en el Congreso sobre la credibilidad del Banco de España y la actuación de sus responsables con la CAM. "Tres años sin reconocer la verdad desnuda del sector financiero, tres años de ventaja en las reformas del sector financiero para nuestros competidores, un gobernador claramente cuestionado por la opinión pública, unas cifras del Banco de España en falta de credibilidad y la cúpula maniobrando sobre los informes técnicos de la inspección", acusó el diputado Ramón Aguirre.

RESPONSABILIDAD El PP se hizo, así, eco de las críticas que más daño han hecho a la economía española. "Por mucho que intente hacer daño, la credibilidad de nuestro sector financiero está fuera de toda duda", contestó la vicepresidenta Elena Salgado.

Frente a las acusaciones de lentitud, Fainé aseguró que las cajas están resolviendo sus problemas a una "velocidad de vértigo" gracias a la "estrecha colaboración" del Banco de España y del Gobierno. Unos cambios, afirmó, que se deben a la "crisis sistémica" y a los nuevos requisitos globales de capital, y que se están haciendo sin perjudicar al cliente, para garantizar la obra social, con menores ayudas públicas que en el resto de Europa, y sin vender participaciones industriales que hagan perder a España los centros de decisión de sus empresas.