El fichaje de José Julio Rodríguez por Podemos ha generado eco (y mucha sorpresa) en rincones políticos, económicos, sociales y militares. Ya el miércoles hubo reacciones a su incorporación como número dos a la lista del partido violeta por Zaragoza para las elecciones generales del 20 de diciembre y, ayer, las opiniones se sucedieron.

Sin embargo, quien todavía no ha dicho ni mu es Pedro Arrojo, líder de esa candidatura. El profesor ha optado por mantenerse en silencio en las horas posteriores al anuncio y así darse un margen para emitir su opinión sobre el fichaje del exjefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad) del gobierno de Rodríguez Zaragoza. También quiere consultarlo con el partido y hablará. Probablemente lo hará más tarde que pronto, porque es consciente de que la situación ha generado curiosidad. Así lo comentó a este diario.

Arrojo siempre ha mostrado su posición antimilitarista y pacifista en varias manifestaciones antiOTAN, es un ecologista declarado --en el 2003 se le concedió el tan prestigioso Premio Goldman de Medioambiente, que recogió en los Estados Unidos-- y un activista por la paz.

De ideas claras

Ahora, a su lado va a tener a un colega de viaje que es un general del Aire retirado, discreto, de pocas palabras. Aunque con un pasado algo rebelde si se tiene en cuenta su perfil próximo a la Unión Militar Democrática y que fue el primer militar que prometió en lugar de jurar cuando tomó posesión del Jemad. "Creo en lo que digo y trato de hacer lo que digo", dijo.

Sin duda, Arrojo y Rodríguez son la pareja extraña que empieza a dar sus primeros pasos. Perico, como llaman los amigos a Arrojo, se ha caracterizado por hacer la guerra por su cuenta y ha librado batallas como la de Inquinosa, la térmica de Andorra o el Plan Hidrológico.

También fue el vicerrector más hippie que ha tenido la Universidad de Zaragoza y el profesor de Análisis Económico del campus que sacó a sus alumnos a la calle para dar clase.

No dudó en enterrarse en cemento para paralizar una construcción en el Moncayo ni tampoco en colgarse de la torre Eiffel para que su grito ecológico se dejara oír por toda Europa.

Lejos de los convencionalismos, Arrojo siempre ha hablado alto y claro. Tal y como demostró hace años en varias entrevistas con EL PERIÓDICO. Su esposa, la alcañizana Carmen Magallón, es también compañera de ideales, pues desde hace diez años dirige la Fundación Seminario de Investigación para la Paz del Centro Pignatelli de Zaragoza y es vicepresidenta de la Asociación Española de Investigación para la Paz.

Zaragoza en común

Arrojo nació en Madrid, pero su vinculación con Zaragoza se inició muy pronto y es en Aragón donde ha desarrollado su vida. Rodríguez, por su parte, es gallego, de Ourense, pero estudió Primaria y Bachillerato en el colegio La Salle-Gran Vía de Zaragoza porque su padre era militar y estaba destinado aquí.

Después, se trasladó de nuevo a la ciudad durante el periodo comprendido entre 1991 y 1994. Entonces, formó parte de la unidad de los F-18 del Ala 15 en la base aérea de Zaragoza. La capital aragonesa es el punto de encuentro presente de ambos, pero también del pasado. Un año antes de que Rodríguez regresara a Zaragoza por cuestiones laborales, Arrojo participó en la multitudinaria cadena humana que se conformó en la base aérea de Zaragoza en contra de la OTAN. Ya en vísperas del referéndum (1986) que decidiría si España entraría a formar parte o no de la Alianza Atlántica, Arrojo participó en una gran manifestación por las calles de la ciudad como rechazo a esa nueva andadura que iba a iniciar el país.

Pese a estos perfiles contradictorios, los cabeza de lista de Podemos por Zaragoza para la elecciones generales están a un paso de reencontrarse. Tan lejos entonces; tan cerca ahora.