Las prisas del Ministerio de Fomento y Renfe por probar en el 2019 el nuevo EVA, el AVE inteligente y de bajo coste, como para anunciarlo así, aún verde pero a bombo y platillo, en la estación catalana de El Prat no son casualidad. Esta no reúne las condiciones para recibir convoyes de alta velocidad y tienen un año por delante para su estreno, aunque sea en pruebas. Los plazos son ajustados pero en Aragón ahora cobran más fuerza las limitaciones técnicas que lleva años reclamando subsanar. Sigue el túnel de Goya saturado que puede alejar de Zaragoza al EVA y a operadores privados ya interesados.

En breve comenzarán las obras. El ministro Íñigo de la Serna sabe que la liberalización del uso de la infraestructura, la entrada de iniciativas privadas en liza, le obliga a redoblar esfuerzos. Y, según ha podido saber este diario, ya hay al menos uno interesado.

Así que a lo largo de este año se ejecutarán los trabajos en El Prat, escogido por su proximidad con el aeropuerto y para no entrar en Sants, en Barcelona. Esto dice mucho del potencial mercado al que se dirige esta oferta y recuerda a un viejo proyecto en Zaragoza que se enterró hace años, la segunda estación en Plaza. Pensada, precisamente para que los AVE no invirtieran doce minutos más en llegar a Delicias, atravesando el saturado túnel de Goya.

Así nacerá un AVE con más capacidad, inteligente, con la misma velocidad de 330 km/h y un precio asequible. El trayecto completo saldrá por unos 60 euros, el Zaragoza-Madrid, por unos 40, y a Barcelona, por unos 45. Pero a Zaragoza el producto no le preocupa. Quiere que pare, el EVA y los que surjan. Por eso preocupa el túnel de Goya y las 80 circulaciones diarias (de AVE, regionales y Cercanías) que lo saturan, que no tendrá más capacidad hasta que no llegue una inversión millonaria. O que este pueda ser un hándicap añadido a esos 12 minutos que pueden echar para atrás a Renfe o a sus competidores.