Los presidentes del Gobierno se creen que solo por juntarse en una mesa con empresarios y --sobre todo-- sindicatos y conseguir que los informativos de televisión y radio abran ese día con grandes titulares del pacto y los periódicos publiquen al día siguiente en portada la foto de esa majestuosa firma, tienen ya hecho el diálogo social. Y no van por ahí los tiros. La expresidenta Rudi lo hizo, y se puede ver el nulo resultado conseguido en los últimos cuatro años que los propios agentes sociales han puesto de manifiesto reiteradamente a lo largo de esa legislatura. Pero durante el último mandato de Iglesias poco se avanzó tampoco, por mucho que en esa época el Ejecutivo fuera mucho más capaz que el PP de tener silenciados a empresarios y sindicatos. El resultado de un acuerdo social debe de contemplarse mes a mes, o trimestre a trimestre, con los datos del paro o de la EPA. Ahí se tiene que ver si lo firmado funciona o no, y para eso hace falta un Inaem muy ágil, con unas políticas activas de empleo que deben ser parte fundamental de la acción de Gobierno de Lambán. Pero tan importante como la gestión de la DGA es que sindicatos y empresarios sean realmente representantes sociales de Aragón. CREA y Cepyme han dado muestras de estar algo caducos y a veces alejados de la realidad y los sindicatos UGT y CCOO tienen importantes retos de transformación nacional que deberían alcanzar a sus estructuras en la comunidad. Todos deben de convencer a Aragón de que lo de ayer no debe ser ningún otro brindis al sol. Ni estar ligado a subvenciones o a cualquier márketing político o similar.