Las inversiones previstas por el Gobierno central en infraestructuras de Zaragoza para el año próximo no hacen sino aumentar la preocupación que ya existe. Sobre todo en lo relativo a la red de Cercanías y una posible ampliación en la que, a la vista de las primeras cifras no hace albergar muchas esperanzas. Ni en la posibilidad de ayudar a financiar una posible inversión que el Gobierno de Aragón, también gobernado por el PP, se marcó como prioridad al inicio de la legislatura y pone en cuestión que vaya a poder impulsar. Ni en la mejora de la capacidad del túnel ferroviario de Goya, con una evidente limitación para soportar un tráfico mayor y que lastra la posible mejora de la oferta que se presta a la ciudad y al resto de municipios aragoneses a través de las líneas regionales.

La inversión, demandada por el consejero de Obras Públicas del Gobierno aragonés, Rafael Fernández de Alarcón, de acometer, como mínimo, las obras necesarias en la vía de apartado en la estación de Goya (aún inacabada pese a estar en servicio) han caído en saco roto a la vista de las primeras cifras que ofrece el presupuesto estatal para el próximo ejercicio. Esto podría dar carpetazo a cualquier intención desde el Pignatelli de impulsar la futura conexión del Cercanías con la plataforma logística de Plaza. Y quizá también a un aumento de la oferta en ferrocarril.