¿Cuál es el modelo de ciudad que persigue Zaragoza? Quince meses después de tomar posesión del cargo, el alcalde de Zaragoza, Pedro Santisteve, se enfrenta a su primer debate sobre el estado de la ciudad con la obligación de despejar dudas sobre cuál es la hoja de ruta que persigue en su mandato. En Urbanismo, las finanzas, el medio ambiente, la movilidad... La ciudad busca un rumbo a seguir pero estar en minoría le ha llevado a zanjar los temas más trascendentes sin debate previo, rehuyendo la discusión con una tramitación interminable o a remolque de la contestación vecinal o política. Esta, curiosamente, se traslada con más frecuencia a los tribunales. ¿Por qué?.

Casi todo se resuelve apurando tiempos, como el futuro de la factoría Averly, llegando a bordear los plazos legales, o con debates consumados, como el estrechamiento de la calzada del paseo Constitución. La peatonalización del centro o la expulsión del vehículo privado hacia las circunvalaciones se abordaron años atrás y de una manera más directa. Sin recovecos, como la ejecución de obras por tramos que pasan por menores y que no necesitan pliegos de condiciones ni periodo de alegaciones.

El modelo de ciudad de Zaragoza en Común, si el ciudadano se retrotrae a la investidura, está centrado en la ciudad consolidada, abortar el modelo expansivo de antaño; el microurbanismo como hoja de ruta, que ayuda también a la vida de la gente sin ser proyectos de relumbrón; la recaudación vía impuestos a las rentas más altas como emblema, aunque naufragó el año pasado, y el saneamiento de unas finanzas que pocas veces se pone en valor, o una apuesta por la movilidad sostenible sin emblemas como el tranvía.

Esto último podría cambiar. Santisteve sopesa apostar más claramente por la línea 2. No paró los estudios que se encargaron en la legislatura pasada y ahora puede ser un motor de ciudad al que también quiere poner su sello. ¿Por Conde Aranda o por el paseo Pamplona? Esa parece ser la única incógnita. Pues no, ZeC quiere recoger todos aquellos proyectos históricos que han quedado varados por la crisis y por los incumplimientos económicos del pasado. La avenida de Navarra, la prolongación de Tenor Fleta, la renovación del paseo Constitución (y el cubrimiento del Huerva), y puede que, quizá, el cierre de la orla este.

El ayuntamiento está intervenido por el Gobierno central con un férreo plan de ajuste con el que tiene prohibida la inversión y del que confían salir a finales del 2016. Sería lo deseable y lo imprescindible en el caso del tranvía. Porque difieren en el trazado --quieren que se decida con criterios técnicos, no políticos-- pero también en la fórmula de gestión.

La sociedad mixta no les sirve, ZeC quiere una empresa pública como en Valencia, Barcelona y otras grandes ciudades que computan la importante deuda fuera de las cuentas del consistorio. Y así remar juntos en favor de aspirar a una financiación estatal para el transporte público que el PP de Mariano Rajoy ha dejado en migajas.

MOVILIDAD

Su indefinición con el tranvía se ha visto agravada por la del PSOE. Los socialistas hoy no se mojan por la línea que parió la era Belloch. Está muy lejos de su discurso y quizá sea por la sombra de duda que se ha encargado de alargar el PP. El debate de la movilidad no existe y eso alimenta las ansias de confrontación con el autobús que mueven los conservadores. La tardanza en el nuevo plan de movilidad estira la espera. La huelga del bus tampoco ayuda. ¿Quién habla del modelo a seguir?

Otro proyecto de ZeC, la municipalización, se estrella con su minoría. Pero, ¿este emblema sirve como proyecto de ciudad? La gestión directa pasa por una mayoría que no tienen. De nuevo, como cambiarle el nombre al pabellón Príncipe Felipe o la reforma del reglamento de protocolo para poner más laicismo a la vida municipal. Solo. ZeC no puede y no parece que sea el latido que pide la ciudad.

Llegaron con la emergencia social como prioridad y los casos de desatención han dejado de ser noticia. Pero eso no significa que no existan. También con el compromiso de la transparencia, pero ha estado más centrada en la gestión del pasado que en la del futuro. Y sobre todo en la participación ciudadana, que se ha convertido en una herramienta para suplir el debate democrático en el pleno.

En los observatorios actuales sí tienen mayoría, pero extrapolar la opinión de los colectivos a la de 700.000 habitantes es mucho decir. Tampoco los procesos abiertos para los viejos depósitos del Pignatelli o del Mercado Central siguen un estándar. Ni qué decir de fijar antes las reglas de cómo y cuándo vota el ciudadano, o con qué resultado se necesita para decidir.

¿Cuántos deberían votar para que fuera válido? Para atender las críticas y quejas del ciudadano el alcalde Santisteve necesita 350 me gusta en la web, ¿cuántos harán falta para saber a qué dedicar 5 millones de euros del presupuesto? ¿Canalizar esto es un proyecto de ciudad? Está por ver.

Zaragoza en Común (ZeC) llegó para cambiar las formas de hacer política, pero la quinta ciudad de España necesita, quizá no una Expo, pero sí saber cuál es la meta. Solo entonces podrá decidir si comparte las formas y el fondo.