Opinión | LA COMEDIA HUMANA

Melancolías varias

Hay días que no apetecen nada. Se asoma uno a a las cosas del mundo y dan ganas de irse a otro sitio; luego buscas ese sitio y tampoco está, y te quedas como estabas mientras se pasa el trago y sale el sol y para el cierzo, y satisfecho ese modesto horizonte de sucesos se apaña algo el momento existencial sobrevenido. De la paz mundial, ese benemérito deseo de las reinas de los concursos de belleza, ni hablamos. Porque con las cosas del mundo se te hiela el día y no hay por donde empezar. Está establecido por la historia y sus ejemplos que en muchos sitios, en todo el tiempo, ha habido gobiernos criminales, impunes y triunfantes que han destrozado países, han cometido crímenes masivos, han arrasado pueblos a sangre y fuego, y aun así, o por eso mismo, fueron vitoreados. Nada nuevo: Israel, Irán, Rusia... y lo de África porque no nos cabe en las páginas reglamentarias de la actualidad vigente, pero pasan cosas iguales o peores.

En ese cuadro del mundo, la aldea española, con sus cómicas querencia imperiales, va desgranando sus escenas cotidianas con la cansina repetición de ocurrencias de unos y otros. Las élites de los diferentes poderes, los reales y los aparentes, van sacando adelante sus asuntos, unas veces a la luz de las noticias diarias y otras, las más significativas, en la penumbra necesaria y discreta de las cosas que importan. El circo con que nos entretiene la actualidad nos va llenando el cupo de emociones, mientras la ministra de Defensa, un poner, nos predica que hace falta munición, tanques, cohetes y aviones, porque tenemos que defender nuestra parte alícuota de la civilización cristiana de Europa, y por si el amigo americano, que ya sabemos que no es tan buen amigo como pensamos, deja de echar esa mano al cuello con la que nos viene ayudando históricamente. Conque que nos vayamos preparando, viene a decirnos la ministra.

Menos mal que el Real Madrid ha vuelto a ganar otra copa. El padrino Florentino, ministro perpetuo de comercio, industria, economía y entretenimiento, ha vuelto a pasear por Europa lo más granado de nuestra I+D+i, consistente en pagar millonarios iletrados para mantener su empresa más florida en las primeras posiciones europeas en el circo del fútbol mundial, tan útil como necesario para mantener el nivel de estupidez humana habitual. Dicen que sus vasallos más acérrimos paseaban por Manchester al grito tribal de Gibraltar español, que es una cosa que se gritaba mucho cuando Franco –y por eso mismo ahora también, claro–.

Entretanto, la reina castiza del Madrí imperial sigue a lo suyo con su chotis que no cesa, con el novio que confesó delito y negociaba una rebaja. La fiscalía general, la particular, la anticorrupción, la CIA, el KGB, el MI5, el MI6 de Londres y el siete de julio San Fermín, todos ellos contra su imperial persona, porque no pueden soportar el brillo inmaculado que destella su inteligencia, su sabiduría, su reinado sobre su Madrí, donde se hace fuerte rodeada por toda la hostelería, que ruge su no pasarán ante la conspiración del mal. Todo por el bien de la nación, que es, mira por dónde, igual al suyo mismo.

Pero sigamos apacibles en la modorra de nuestra siesta ibérica, ese hallazgo que regalamos al mundo, porque G a D tenemos en nuestra España Inmortal Una y Trina, órganos informativos independientes que nos tienen al tanto de lo que pasa; a los que leen, por escrito y a los que les da pereza se lo mastican entre risas y cómicos por las antenas tres, cuatro, cinco y seis, unas en fino y otras en normal, pero todas ellas desde la objetividad, el interés común y el bien general; y dos huevos duros, que podríamos añadir.

Y la mirada soñolienta se fija en el País Vasco, donde se han celebrado elecciones y la campaña, según parece, discurrió apacible sin insultos ni improperios. Hasta el nombre de las cosas se les olvida con tanta calma. Al candidato de Bildu, por ejemplo, no le salía el nombre de lo que era ETA. Que si grupo armado, que si total qué más da cómo le digamos, entre muchos eeeehh y mucha duda, tratando de buscar y esconder la palabra, él sabrá. Allá en aquel sur del norte de Europa, las dos fuerzas mayoritarias son independentistas pero, sorprendentemente, no piden el referéndum; sin embargo en Cataluña, donde las encuestas parece que dicen que ni la mitad, no paran de pedirlo. Curiosa paradoja que nos desconcierta. Yo iba y los celebraba por decreto. Los referéndums, digo, pero qué sabré yo, con tantos cebrianes de guardia sobre los luceros. Mientras tanto, Madrid, sin decirlo, entre bodas medievales, cañas y media de gambas, se nos va independizando de hecho cada día un poco más. A ver si lo consiguen por fin, hombre, mujer, y que jueguen todo el rato la liga contra ellos mismos, así gana el Madrí y descansa España. Qué fatiga, por dios.

Por aquí, por la cuna de la jota inmortal, todo en orden; celebrando incesantes a Goya, que menos mal que se le ocurrió nacer aquí y nos dio tantas semanas culturales. Y cuando no toque Goya, tocará Buñuel. Y así entre días de Goya y días de Buñuel vamos tirando, mientras el Ebro guarda silencio al pasar por el Pilar, no cosa se vaya a despertar «la cultura» y la jodamos.

Suscríbete para seguir leyendo