Más de 450 tuberías de Zaragoza son de fibrocemento, material que se rompe muy fácilmente porque su rigidez impide que se puedan adaptar al suelo de la ciudad, constituido por capas que yeso que con frecuencia se disuelven por la acción del agua. Estos conductos llevan un mínimo de 20 años instalados y algunos alcanzan los 80.