No recuerdo nada". Esa fue la frase más repetida ayer por Rafael Agustín Velasco, un jubilado de Cariñena de 71 años que compareció ante la Audiencia de Zaragoza acusado de causar la muerte a su esposa, nueve años más joven que él, durante una celebración familiar el 19 de mayo del 2004.

Al parecer, el matrimonio protagonizó un enfrentamiento verbal cuando la mujer comentó la posibilidad de separarse, aunque tampoco se descarta que la discusión surgiera cuando la víctima comentó que tenía intención de ir la playa el siguiente fin de semana.

Velasco, que se enfrenta a un petición de 18 años de cárcel por asesinato con la agravante de parentesco y la atenuante de embriaguez, manifestó ante el jurado popular que no recordaba haber clavado un cuchillo jamonero a su mujer, Amelia Pallarés. Y que tampoco sabía a ciencia cierta si él mismo había intentado quitarse la vida después dándose una cuchillada en el vientre. "No sé nada. No tenía ni idea ni intención de matar a mujer", declaró ante la sala.

Sin embargo, Velasco, que hasta su jubilación regentó un concesionario de automóviles, sí recordaba los episodios vividos antes del día de la agresión, que ocurrió en el transcurso de una cena con familiares y amigos que celebraban la próxima comunión de uno de sus nietos.

"Más de una vez mi mujer me dijo que me enviaría a una residencia de ancianos", relató el acusado a preguntas de Luis Nivela, su abogado defensor, quien solicita la absolución amparándose en que su cliente estaba ebrio la noche de la discusión, "con una tasa de 2,4 gramos de alcohol por litro de sangre".

El capítulo de las humillaciones que presuntamente le infligió su mujer ocupó gran parte del juicio, que continuará hoy con las declaraciones de los testigos y las pruebas periciales. "Estoy muy enfermo y, desde hace unos diez años, padezco una impotencia funcional", reconoció Velasco.

Sin embargo, el jubilado manifestó que no sabía si la relación con su mujer había empeorado como consecuencia de su disfunción eréctil, a la que se unen otros problemas de salud, desde diabetes y próstata a sordera, pérdida de memoria y temblor esencial.

Velasco declaró, a preguntas de la acusadora particular Carmina Mayor, que tenía "miedo" de que su mujer se separara de él, un tema que al parecer surgió durante la celebración familiar. El acusado se presentó como un juguete en manos de su esposa. "Amelia tenía la última palabra en todo y más de una vez me envió a tomar por culo en público", afirmó. "Nunca discutíamos porque ella, que tenía la última palabra en todo, no me daba opción", agregó Velasco.

ARREPENTIDO Su abogado defensor mantiene que Velasco es un hombre muy disminuido por sus problemas de salud y que su "arrebato" se explica por la ingesta de abundante alcohol antes y durante la cena.

La abogada de las hijas del acusado, que pide una indemnización de 300.000 euros, admite que el jubilado bebió la noche de los hechos, pero no hasta el punto de perder la razón y el control de sus actos.

Velasco se mostró arrepentido ante el jurado popular. "He sufrido mucho por lo que pasó, pues yo siempre había vivido conforme a mi mujer y mis hijas", dijo.