"Mi caso no fue nada extraordinario. Mi único mérito fue estar 17 horas durmiendo sin dar mal". Visiblemente emocionado, Luis Marco, el primer trasplantado de Aragón, recordó ayer su experiencia en un acto en el que se celebró el décimo aniversario del comienzo del programa de trasplante hepático en Aragón. Marco insistió, sobre todo, en agradecer el esfuerzo y la generosidad de los donantes. "Unos cuantos estamos aquí gracias a que otras personas han hecho un sacrificio. Si hacemos un ejercicio de empatía todos nos damos cuenta de lo difícil que es para una familia tomar una decisión sobre la donación de órganos en un momento tan difícil", aseguró. "Por eso estamos obligados a ser generosos y a tratar de devolver un poco lo que nos han dado", añadió. A su juicio, el cambio de vida que se ha producido tras el trasplante le ha hecho "aprender a dar importancia a las cosas que realmente la tienen". "No sabéis lo que es poder tomar una tortilla con sal", bromeó.