EL PERIÓDICO

Parecía una boda cualquiera. Pero no lo fue. La iglesia de San Felipe de Zaragoza fue ayer el escenario elegido por Lorena Colón de Carvajal y Luis Alberto Velilla Longares para sellar su enlace matrimonial. La novia, vestida con un palabra de honor de color blanco roto, lleva un apellido de alcurnia ligado a los últimos 500 años de la Corona de Aragón. Es hija de María José Perales y de Guillermo Colón de Carvajal y Pérez de Sanmillán, duque de Camastra, duque de Melfi y marqués de la Valle. Descendiente de Cristóbal Colón, y de los papas Rodrigo y Alfonso Borgia.

Al igual que hizo su padre hace ya varias décadas, Lorena escogió ayer Zaragoza para celebrar boda. Si Guillermo Colón de Carvajal eligió La Seo para casarse con María José Perales, su hija eligió ayer el baldaquino de San Felipe para casarse tras una ceremonia oficiada por el párroco César Miravete. Hasta el Casco Histórico asistieron representantes de la nobleza española y aristócratas de toda Europa.

Los chicos apostaron por el traje chaqueta y dejaron el frac para otras ocasiones, mientras que ellas aparcaron palemas y tocados y escogieron mayoritariamente trajes cortes de cóctel para acompañar a Lorena y a Luis. Un elegante bastón con empuñadura de plata que colgaba de la mano del padrino, Guillermo Colón de Carvajal, fue uno de los detalles que dejaba entrever que en esta familia había muchos siglos de historia a sus espaldas.

"Para mí, fue un orgullo casarme en La Seo porque quiero mucho a esta tierra y ahora es una satisfacción que mi hija lo haga en San Felipe", contaba Guillermo Colón de Carvajal a la salida de la ceremonia. Hecha un manojo de nervios, la novia Lorena compartía esta "alegría" con su progenitor. Tras soportar una estruendosa traca de petardos, novios e invitados se fueron a disfrutar de la cena y de una velada muy, muy larga al hotel Meliá. Que la saga continúe. Y que siga ligada a Aragón.