JOAQUÍN CARBONELL

--Es un libro raro, fuera de convencionalismos. ¿Dónde lo ubica?

--Es un libro que recoge libros buenos, extraños y ridículos. Un libro que nos dice que la literatura de hoy es una industria que traviste los libros de quiosco con tapas duras, así que debemos de tener cuidado no sea cosa que nos empachemos con letras en mal estado.

--¿Es una obra para estudiantes?

--Es un safari con cazamariposas para cazadores de libros. Una obra para descubrir que en el XXI aún existen fabulistas como Iriarte o Samaniego (Quintanilla); iconoclastas que escriben palíndromos (el recientemente fallecido Román Ledo) o historiadores insumisos que van a las fuentes (Melero) para ofrecernos agua.

--Tiene un punto de invitación a cierta nostalgia. A tiempos donde no existían las tecnologías punta.

--Ese es el motivo de que también recoja la obra y actitud de escritores que no hicieron lo que los otros, como Kafka (el más desgraciado, según se demuestra: la inmortalidad tiene ese precio), Zweig (el usurpador de vidas) o, por citar a uno que estaba como un cencerro, Buscarini, que se creía la reencarnación de Bécquer.

--¿Ha tratado de liberar sus demonios intelectuales?

--Más bien de mostrar el gran teatro del libro en donde aún existe la infalibilidad, pero ya no papal sino laica, algo que hace decir a Pérez Reverte: "Le pongo a la guía telefónica unas tapas con mi nombre, y Alfaguara me las publica". Habrá que usar más el portátil no nos la cuelen.

--¿Cuál es la moraleja, si es que la tiene?

--Que el panorama literario es un cuento chino y hay que hurgar entre los títulos. Ahí está, si no, la disposición en las librerías. Los libros de los autores comerciales se apilan en montones, mientras los otros se arrinconan en el purgatorio, ahora que se ha abolido.

--Parece un libro destinado al consumo en Aragón.

--Sí y no, pues recoge obras de un buen puñado de aragoneses, pero también comenta a muchos de todo el mundo. Aunque tiene usted razón, he querido romper una lanza y decir que aquí hay genios, locos e infumables.

--¿Qué me quiere decir, que antes se escribía mejor?

--No, que la literatura estaba menos manipulada. Los vanguardistas, por ejemplo, eran verdaderos pirados. Hoy, unos listillos. Por eso este mosquito se hace a veces mosca cojonera. Para decirnos que nos lo pensemos antes de comprar esa manzana tan amarilla que nos ofrece esa editorial que en realidad es una bruja.