No tiene el color parduzco de antaño, pero a pesar de las mejoras, asociaciones de piragüistas reclaman que haya un mejor y continuado mantenimiento de las aguas del Ebro a su paso por la capital aragonesa. Así lo afirmaron ayer Esteban Celorrio, medallista olímpico y presidente de la Federación Aragonesa de Piragüismo, y Juan Quílez, presidente del Club Náutico de Zaragoza. "Es un río poco regulado por lo que estamos sujetos a oscilaciones", afirmó Celorrio. Factores variables, como la escasez de nieves en el Pirineo este año, "que ahora repercuten" en el poco caudal, pero también en la aparición de algas, ya que "si no hay riadas, el Ebro no se limpia solo", explicó Celorrio.

El creciente número de estas plantas acuáticas en el márgen izquierdo y la acumulación de gravas "no es ahora un problema, pero lo será", afirmó Celorrio. "Ahora las algas están apareciendo aguas abajo del puente de Piedra. Hace unos años llegaban hasta ahí", dijo Celorrio señalando la ribera opuesta al Club Náutico. Las algas no son dañinas ni impiden la navegación en piragua, pero sí son "una cuestión estética", aseveró Quílez, que puede provocar rechazo en los visitantes. En cambio, la limpieza de gravas sí que atañe a "tema de seguridad", ya que en el hipotético caso de que hubiera una inundación, estas sedimentaciones supondrían un problema grave. Ambos lamentaron que ahora que los ciudadanos están en contacto con el río, desde que en el

2008 se acondicionasen las riberas y las aguas, que "están depuradas casi al 100%", no prosigan los esfuerzos en esta línea.

Sin embargo, el escaso caudal del Ebro de estos días no ha sido un problema para la navegación en piragua. "Todos los días hay actividades" en el río, dirigidas tanto a deportistas como a recién iniciados, organizadas por la Federación, afirmó Celorrio. Quílez reconoció que embarcaciones como el Ebrobús han circulado diariamente por el Club Náutico.