--¿Por qué regresó?

--Porque mi esposa Amparo murió en 2011... Quedé solo y triste. Tengo dos hermanos en Zaragoza y veo que necesito ese calor familiar.

--¿En qué trabajó en Suiza?

--Trabajé en Ginebra como fundidor moldeador. Hizo quiebra la empresa, lo que me obligó a buscar otro trabajo. Luego entré en una empresa de maquinaria de precisión, y pasé a la imprenta haciendo catálogos.

--¿Y cuándo descubrió sus aptitudes para el muralismo?

--En 1992 con el mosaico y anteriormente los trabajos en cobre. Allí habíamos fundado un grupo llamado Grupo de Arte Plástico Popular.

--¿Alguien le enseñó?

--Sí, veo en una escuela de artes unos cursos de cobre repujado y me apunté. Aprendí a expresarme con el cobre. Y fíjate, ¡acabé enseñando en esa academia durante cinco años!

--¿Tuvo mucha relación con la emigración española?

--Sí, claro. Yo era militante del Partido Comunista. Movilizamos mucha gente, recogíamos dinero para enviar a las familias de los presos a España.

--¿Y al volver a Zaragoza se ha integrado en algún grupo?

--Me he incorporado a tertulias literarias, a un grupo de baile. Estoy también en el Matadero como profesor de francés para jubilados, como monitor en teatro leído... He propuesto también darles clases de repujado en cobre.

--¿Cómo ha encontrado Zaragoza?

--Yo marché a los 31 años en 1959. En estos 50 años ha cambiado una barbaridad.

--¿Y cómo es la sociedad suiza?

--Estoy impresionado por aquel país, por la belleza, por el esmero de cuidar sus calles, su patrimonio. Henchido por su lengua. El suizo es muy exigente con los que administran sus cosas. Todo lo votan, hasta para salva un simple árbol.

--No es lo mismo aquí...

--Claro, llevo casi dos años y no he salido todavía de la burbuja emocional. Volvía de vacaciones, pero no era lo mismo que ahora, en que estoy aquí.

--¿No está asustado con la corrupción?

--¡Pero hombre! España ha sido siempre un poco así, si miramos hacia atrás. Estoy abrumado porque vine con mucha ilusión, y aún así estoy contento. Yo espero más movilización por parte de la gente porque hay motivos de sobras para rebelarse. Esto es un fraude salvaje contra el pueblo.

--¿Va a mostrar su obra?

--Voy a intentarlo. Hemos hablado con el Salvador Allende, y es posible que pueda. Tampoco pasa nada, pero estaría bien.