La arquitectura industrial en Aragón siguió el modelo que se había establecido en toda Europa. En los alrededores de la factorías, según se recuerda en la guía Arte en la provincia de Zaragoza de la Diputación Provincial, se levantaban colonias obreras en las que todas las necesidades de los empleados --vivienda, ocio (algunas comunidades incluso contaban con casinos y bares) y formación humana (en ellas se podían encontrar desde colegios a iglesias)-- estaban cubiertas con el propósito de proporcionar unas condiciones de vida dignas a los trabajadores, y de paso, mantenerlos alejados de cualquier doctrina subversiva que los incitara a la rebelión o a las huelgas. Un esquema similar se desarrollaba en las comunidades agrarias.