"Aún estamos aterrizando", dicen. Todavía con la desubicación que provoca un viaje de regreso a Zaragoza tras más de una semana en China, con la consecución de un prestigioso premio de Arquitectura de por medio y la abrumación de las felicitaciones, Daniel Ariza Gracia y Diego García Yagüe se reencontraron ayer en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza con su tutor de proyecto, Raimundo Bambó Naya. Eran los mismos estudiantes de siempre, los mismos chavales que durante la carrera y el máster han trabajado "codo con codo" por el logro de un oficio que, según dicen, afrontan "laboralmente con ilusión, pese a que la situación está mal". Pero esta vez, Ariza y García charlaban con Bambó tras haber ganado los 50.000 dólares del premio Global Schindler Award 2015, convocado por el fabricante de ascensores Schindler y que seleccionó el proyecto de estos aragoneses entre los cientos de aspirantes de todo el mundo.

"Casi nos enteramos antes por la prensa que habíamos ganado que nosotros mismos. Cuando encontramos conexión no dejaron de llegar mensajes al móvil", recordaban ayer. Les falló la comunicación porque se encontraban en Shenzhen, una aldea pesquera de China que en 30 años ha pasado de tener 10.000 habitantes a 15.000.000. Se dice que es la ciudad del mundo que más rápido ha crecido.

La temática del concurso era dar soluciones arquitectónicas para un distrito industrial "caótico", cuentan. "Lo bueno fue la ambigüedad del enunciado, porque daba libertad", dicen. Entre sus soluciones, presentaron una "redefinición" de la movilidad en Shenzhen, "más allá del transporte", con mejoras y más flexibilidad. Esta es una experiencia más en la trayectoria de estos dos jóvenes que ya han visitado Berlín, Zurich, Lisboa, Suiza o Santo Tomé y Príncipe. "Viajar es fundamental en arquitectura; la realidad arquitectónica está en las calles", dicen. Semanas después, reconocen que esta aventura partió de la inconsciencia. "Esa es la palabra", añaden. "Pero una inconsciencia que esta vez acabó en sorpresa", matiza su tutor.

"Nuestras familias nos tomaron por locos. Nos apuntamos y dijimos: ¡A ver si vamos a China", recuerdan. Y fueron. Y, además, ganaron.