Las cifras hablan por sí solas. En la provincia de Zaragoza se celebran anualmente 44 fiestas de carácter histórico (47 si se añaden las bienales), más que en ninguna otra parte de España y muy por delante de las de Huesca y Teruel, que suman otras 13. En total, 60 en el conjunto de la comunidad.

Una reciente guía de la Diputación de Zaragoza (DPZ) describe todas y cada una de las recreaciones que se dan en su ámbito, algunas declaradas de interés turístico, y facilita un calendario de eventos que se extiende de marzo a diciembre, si bien la inmensa mayoría tienen lugar en verano, buscando aprovechar al máximo la temporada alta.

«Es un atractivo turístico que sin duda va a más, y de hecho, entre el 2016 y el 2017 se han creado ocho nuevas», certifica Bizén Fuster, diputado delegado de Turismo en la corporación provincial zaragozana. «Según los datos del 2016, las oficinas de turismo repartidas por las localidades zaragozanas, registraron un incremento del 15% al 20% en el número de visitantes que preguntaban por aspectos relacionados con las recreaciones históricas», subraya.

Allí donde las recreaciones gozan de mayor tradición, como ocurre en Las Alfonsadas de Calatayud o en la Entrada de los Corporales a Daroca, «las plazas hoteleras se agotan tanto en la ciudad como en su entorno», apunta Fuster, para quien la provincia de Zaragoza «es una potencia» en lo que a rememoraciones históricas se refiere.

Bodas de Isabel / El modelo en el que muchas de ellas se inspiran en mayor o menor medida son las Bodas de Isabel, que se celebran el segundo mes del año en Teruel desde hace 21 años. «Desde que se instituyeron, el mes de febrero ha pasado a ser considerado temporada alta en la ciudad», recalca Raquel Esteban, directora gerente de la Fundación Bodas de Isabel de Segura y vicepresidenta de la Confederación Europea de Fiestas y Manifestaciones Históricas.

Las entidades que organizan esta recreación, entre ellas el Ayuntamiento de Teruel, encargaron hace poco a la Universidad Europea Miguel de Cervantes, con sede en Valladolid, un estudio de su impacto en la economía local. El estudio todavía está en fase de elaboración, pero las cifras que manejan los expertos hablan de que cada visitante gasta una media diaria de 70 euros, sin incluir el alojamiento. «Hoy por hoy, las celebraciones históricas más asentadas y prestigiosas constituyen uno de los principales motores económicos de las localidades donde tienen lugar», asegura Esteban. «Mueven mucho dinero y son un importante reclamo turístico, por eso no es de extrañar que muchos municipios quieran subirse al carro», insiste.

De hecho, según un cálculo aproximado, cada euro invertido en la realización de una de estas creaciones genera un beneficio situado entre 8 y 10 euros. Las Bodas de Isabel, por ejemplo, cuestan en torno a 100.000 euros de dinero público, que suponen un tercio de lo que se recauda.

En Jaca sucede algo parecido, aunque en su caso la conmemoración del Primer Viernes de Mayo (la más antigua de Aragón) solo dura un día, aunque pegado a un fin de semana.

Las recreaciones que se realizan en Aragón retroceden a tiempos inmemoriales, hasta la Edad Media o los íberos. Pero muchas de ellas se puede decir que están en rodaje. Así, en la provincia de Zaragoza, la mayoría ha echado a andar estos últimos 10 años. «La permanencia en el tiempo es clave», manifiesta Esteban, que advierte de que algunas fórmulas «no funcionan» por la dificultad de reproducir el pasado.