Síguenos en redes sociales:

Medio Ambiente

Las depuradoras de Zaragoza reciben 132.000 kilos de toallitas

Los trabajos en el digestor que reventó en enero en La Almozara se prolongarán otros seis meses más. Suponen un coste extra de 53.000 euros al año y cada vez son más los restos higiénicos que reciben

Las depuradoras de Zaragoza reciben 132.000 kilos de toallitas

La depuradora de La Cartuja, en Zaragoza, retira cada año 132.000 kilos de restos de toallitas húmedas y deshilachadas que se tiran por los inodoros de manera incorrecta. Esto le genera a las arcas municipales un coste anual extra de 53.000 euros ya que antes de que las aguas residuales accedan a los digestores de fangos, donde se realiza su tratamiento, hay que apartar los restos, tratarlos y llevarlos a un vertedero. Además del gasto que supone y de los problemas que genera en la maquinaria y en toda la red de tuberías, tiene un gran impacto medioambiental.

El director técnico de Ecociudad en Zaragoza, José Ignacio Castrillo, sociedad que se encarga del mantenimiento y gestión de las depuradoras, explicó que además del coste que suponen los trabajos extra para eliminar los restos - 0.41 euros por kilo de toallita eliminada- hay que tener en cuenta la reducción de la vida útil de los equipos y las averías que se producen. Añadió que, al margen del gasto, lo que realmente preocupa es el «daño medioambiental» que origina que la ciudadanía siga, a día de hoy, utilizando el inodoro como papelera para echar restos de bastoncillos, compresas, tampones, colillas... y así una larga lista.

REVENTÓN

La acumulación de estos restos se ha convertido en un problema del siglo XXI conocido por todos pero que requiere de sensibilización, sentido común y responsabilidad y, sin embargo, cada vez son más las bolas de tejidos que se forman y viajan por las tuberías, alcantarillas y colectores hasta llegar a las depuradoras. En cualquier de estos puntos se puede producir un tapón y reventar. La solución para dejar de alimentar al llamado monstruo de las cloacas es muy sencilla: no arrojar por el inodoro toallitas ni materiales similares porque no se descomponen, sino que se deshilachan.

En la entrada de las plantas de depuración existe un sistema de rejas que evita que los restos de tejidos, bolsas, hojas, preservativos o bastoncillos entren al digestor, de donde es muy complicado extraerlas. Este sistema no es infalible y solo es capaz de retener restos de un tamaño determinado, por lo que acaba colándose en los digestores un volumen elevado que tiene sus consecuencias.

Esto es lo que pasó en la depuradora de La Almozara. Reventó por la acumulación de restos higiénicos el pasado mes de enero. Desde entonces la planta rinde a medio gas, con lo que supone tanto económicamente como funcionalmente. La planta ha reducido de los 33.000 metros cúbicos a los 25.000 el tratamiento de agua dado que no está funcionando a pleno rendimiento y porque, además, se vierten aguas contaminadas de la propia limpieza de fangos del digestor.

REPARACIÓN

Castrillo explicó que a día de hoy se han invertido ya 240.000 euros solo en labores de limpieza y vaciado del fango y otros 25.000 en el estudio del estado de la infraestructura. Desde que se produjo la avería los trabajos se han centrado en el vaciado del digestor, de 10.900 metros cuadrados. La segunda fase ha sido la más complicado, ya que había que extraer del vaso alrededor de 2.000 metros cuadrados de fibras de toallitas y restos higiénicos, una «tarea complicada y minuciosa», precisó Castrillo, y que prolongó las labores de limpieza otras cuatro semanas. Para esta labor se ha requerido de un equipo muy específico capaz de absorber y extraer los residuos, lo que ha elevado el coste.

Desde Ecociudad todavía no saben cómo repararán la pared del vaso y qué mecanismos introducen para el tratamiento de las bolas de tejido. Se trata de plantas que tienen más de 30 años y que no están construidas para los problemas del presente, por lo que se hay que actualizar los sistemas de digestión para que tengan un mayor rendimiento y se adapten a la realidad. La reparación del digestor se prolongará otros seis meses y se están barajando dos métodos. El hormigón está en buenas condiciones para tener tres décadas de vida, pero hay que comprar una cúpula nueva. Los técnicos están valorando si se compra una de PVC o si se optar por demoler la actual y reconstruirla.

Pulsa para ver más contenido para ti