La Universidad de Zaragoza va a coordinar una investigación internacional, junto con otros campus de Francia y Alemania, que consiste en el desarrollo de nuevos antibióticos que sean capaces de frenar a la bacteria gástrica del Helicobacter pylori. Este patógeno afecta al 50% de la población y, «aunque en la mayoría de los casos no causa problemas», constituye un factor de riesgo de cáncer de estómago y úlceras.

Según explicó ayer Javier Sancho, catedrático en Bioquímica y miembros del Instituto Universitario de Investigación en Biocomputación y Física de Sistemas Complejos (BIFI), el helicobacter es «una pandemia» que actualmente se combate con antibióticos, «pero aparecen resistencias a ellos», dijo. De hecho, aseguró que «fracasan el 30% de los procesos que se inician para quitar la bacteria en personas infectadas» y, por lo tanto, es necesario encontrar «nuevos compuestos microbianos» que puedan detener la bacteria y arrojar tasa de «erradicación alta».

El plazo para desarrollar la iniciativa son tres años y el campus contará con 1,1 millones para encontrar los antimicrobianos precisos que frenen a la helicobacter.Este tipo de investigación no es nueva para el grupo de científicos del BIFI, que ya lleva años buscando la forma de neutralizar la flavodoxina, una proteína del helicobacter que si se detiene hace que la bacteria ya no pueda vivir. «Ahora que hemos desarrollado ensayos por nuestra cuenta y mejorado algunas situaciones, es la hora de asociarnos con expertos franceses y alemanes para darles el empujón final a estas moléculas y que sean lo suficientemente buenas para usarlas en personas», precisó Sancho.

De momento, los primeros ensayos realizados en ratones en el BIFI son «prometedores» porque en vez de usar cuatro antibióticos están utilizando solo uno. «En un caso curamos la mitad de los animales tratados con una sola sustancia», señaló. En cualquier caso, el proyecto internacional no contempla su aplicación en pacientes en los próximos tres años, sino que esto formaría ya parte de otra fase. «Nuestra expectativa es que durante el tiempo que tenemos para trabajar con esta financiación europea podremos saber si estos compuestos son buenos para probarlos en personas o no», reseñó Sancho.