Apenas pocas horas pueden llegar a separar estas dos acciones: clicar para tramitar un pedido en Amazon desde un ordenador portátil y levantarse del sofá para abrirle la puerta al repartidor y recoger el paquete comprado por internet. Esta realidad, que se ha convertido ya en un hecho cultural más que en una mera opción de compra, ha revolucionado las costumbres de los consumidores del mundo, al tiempo que ha dejado temblando al comercio de cercanía. Todo se puede adquirir ya por la web, y la mayoría de las veces, más barato.

A esta transformación se le ha sumado además un nuevo factor. Ya no hace falta estar en casa para recoger lo comprado, puedes ordenar que lo lleven a un punto de entrega para no depender del repartidor. Y aquí es donde se da una curiosa paradoja. Son las mismas pequeñas tiendas, que han visto disminuir sus ventas por el comercio electrónico, las que facilitan ahora el negocio de las multinacionales de compra on line.

Amazon, que reina en este mercado, tiene en España «miles» de puntos de recogida disponibles, aunque no aporta datos concretos. A los conocidos como Amazon Hub Lockers, que son taquillas en las que los compradores pueden ir a recoger sus pedidos, se les suman las tiendas que colaboran con las empresas de distribución con las que trabaja Amazon (Seur, Celeritas, Correos y UPS) y los Amazon Hub Counter, que son pequeños establecimientos que trabajan directamente con la multinacional y con su filial de reparto, Amazon Logistics.

Este es el caso, por ejemplo, de la papelería Atrapasueños, en Zaragoza, que firmó un contrato con la empresa estadounidense hace dos semanas, «sin permanencia», según advierten los dueños del negocio. Desde entonces, entregan una media de diez paquetes al día. Les pagan 0,40 céntimos por cada uno. «Los hacemos por ofrecer un servicio más. A nosotros no nos afecta mucho que la gente compre por internet porque tenemos cuatro colegios alrededor y siempre te entran a picar algo. Y cuando vienen a recoger un paquete, lo mismo. Ya que vienen se llevan un cuaderno o echan la Quiniela», cuenta la dependienta.

No se muestra tan ilusionado otro de los dueños de una tienda que forma parte de los puntos de entrega de paquetes de Amazon. Al ser preguntado por si colaborar con la multinacional no supone darle más facilidades a la empresa americana y perjudicarse a sí mismo responde: «Lo hacemos porque somos gilipollas».

Sin ser tan directo, el dueño de otro negocio lo explica: «Es imposible competir contra Amazon. Yo solo no voy a conseguir que la gente no compre en internet, así que lo que intento ofreciendo este servicio es que la gente venga más a la tienda», explica. Se dedica a vender componentes informáticos, por lo que se ve directamente afectado por la actividad comercial de Amazon. «Si te vienen cinco personas al día a recoger algo, a una a lo mejor consigues venderle alguna cosa, o por lo menos decirle que existes. Y si lo que han comprado es un ordenador, le cuento que si se rompe aquí lo pueden arreglar. En precios es imposible competir», añade.

«PUBLICIDAD GRATUITA»

En el barrio de Las Fuentes, la tienda de electrodomésticos Confort Raem entrega unos «siete u ocho» paquetes al día. No lo hace por dinero, sino «por publicidad». «Estamos todo el día en la tienda, así que no me cuesta mucho trabajo más. Es una forma de darnos publicidad, de que la gente del barrio conozca la tienda -asegura la dueña-. Queríamos darle agilidad al negocio y encontramos esto. Internet ha afectado mucho al pequeño comercio, sí, pero ya no podemos hacer nada», lamenta.

Amazon, en su página web, explicita que este sistema busca, precisamente «devolver vitalidad y relevancia al pequeño comercio» y generar así «potenciales compras y nuevos clientes». Pero obviamente ese no es el único motivo, tal y como explica una joven que ha trabajado en este sector: «Las empresas de reparto perdían mucho dinero cuando no podían entregar un paquete porque la gente no estaba en casa, por lo que así se aseguran que la recepción se hace. Las tiendas, muchas, lo hacen por publicidad gratuita, no por ingresos, aunque para algunas es un pequeño extra». No han podido con el enemigo, así que se han unido a él.