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Vieja normalidad para la ciencia

La ciencia no se improvisa, pero es la que aporta soluciones. Debe garantizarse su estabilidad

Vieja normalidad para la ciencia

Me gustaría pensar que esta crisis sanitaria nos ha ayudado a identificar lo que es importante, descubrir nuestras debilidades y corregir nuestros errores. Pero, pese a mi optimismo natural, siento que los científicos seremos de los que volveremos a nuestra vieja, precaria y asfixiante normalidad. Si más de 26.000 muertos, 220.000 contagiados, cientos de miles de parados y la economía aturdida no han servido para poner de acuerdo a nuestros representantes políticos, mucho me temo que los necesarios pactos nacionales por la sanidad, la ciencia o la educación no son posibles.

La ciencia no se improvisa, pero es la que aporta soluciones. Debe garantizarse su estabilidad, su crecimiento y su independencia de los vaivenes políticos. Antes de covid-19, investigación, desarrollo e innovación en España se encontraban en estado crítico y se precisaban acciones urgentes para evitar su colapso.

La investigación científica y la sanidad, a diferencia de otras inversiones, no pueden pararse o interrumpirse para ser retomadas posteriormente sin consecuencias graves. Por el contrario, requieren estabilidad y presupuesto continuado para garantizar su funcionamiento.

Ojalá este maldito virus, pese a todo el daño que nos ha hecho a todos en esta pandemia, haya provocado el síntoma en la sociedad de comprender que la investigación es necesaria.

Me niego a ser pesimista. Creo que un mundo mejor nos espera en el futuro cuando nos recuperemos de esta enfermedad. Hoy, hace 25 años grité y aclamé a unos nuevos héroes. Durante el confinamiento veo a mi hija, vestida de médica, y a ese niño en una ventana del edificio de enfrente aplaudiendo a las ocho y siento que otra normalidad mejor es posible.

*Investigador ARAID en el IIS Aragón

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