Un bando municipal emitido por el Ayuntamiento de Muniesa despertó de la siesta a la familia Sanz-Tomás. Sus cuatro miembros no solo se alarmaron por la hora de escucharlo, sino por lo que oían, ya que el alguacil había pedido el confinamiento por cuestiones de seguridad.

Ante ello, Conchi decidió bajar al piso de sus padres, Angelina y Marcelino, para que no salieran a la calle. A su hermano Adolfo le vino a la cabeza que la furgoneta que emplean siempre para ir al campo estaba aparcada en la calle trasera y que estaban las llaves puestas. La puerta de la cochera también estaba sin echar el cerrojo.

«Cuando Adolfo salió a recoger la furgoneta y cerrar la cochera descubrimos que no estaba la Citroen, que la pared estaba raspada y que uno de los intermitentes se había roto porque estaba sobre el suelo», relata Conchi.

Rápidamente cerraron todos los accesos a su vivienda y llamaron a la Guardia Civil para denunciar el robo de su furgoneta, una Citroën C-15, de la que dieron sus características. Sin saberlo, estaban dando una importante información a la Guardia Civil que ya tenía sospechas de que el Rambo de Requena estaba en la provincia y que minutos antes había herido gravemente a uno de sus componentes.

«De esta situación hemos aprendido una cosa: cerrar todo con llave», señala Angelina, que resalta que hace unos siete años les robaron en el interior de una nave que tienen en el campo pero que «de normal es un municipio tranquilo». «Si dejamos las puertas abiertas y hasta las llaves en la furgoneta calcule si nos fiamos de que este pueblo es seguro, bueno lo era hasta el lunes», añade esta mujer, quien reconoce que «el fugitivo ese podía haberse metido dentro de casa porque de la cochera se puede entrar a nuestra casa y ahí... no sé que nos hubiera pasado».

Pero la preocupación también deja paso al humor, especialmente en Angelina que, entre risas, señalaba: «Menos mal que han podido recuperar la furgoneta porque mi marido no puede vivir sin ella, nos ha salido muy buena porque tiene más de 20 años y yo cuando no la veo cerca sé que mi esposo tampoco lo está». «Ahora se ha ido a recuperarla a Andorra junto a mi hijo, sé que en cuanto la tenga dirá que se quiere ir al campo. Tiene las piernas estropeadas», afirma.