La Audiencia de Huesca ha celebrado este martes la segunda sesión del juicio por el crimen machista de Monzón ocurrido en noviembre del 2018 y en el que murió Rokahya. Después de que en la joranda anterior el encausado Mamadou Diagne y algunos conocidos hablaran de pudo actuar "movido por unas voces", la Unidad de Policía Judicial de la Guardia Civil de Huesca ha rechazado cualquier posibilidad de brote psicótico.

En una larga declaración en la que los agentes encargados de la investigación han mantenido una discusión con la abogada de la defensa (que pide la absolución o 10 años de internamiento en un centro psiquiátrico, a diferencia de los 25 años de cárcel que solicitan las acusaciones), estos han señalado que la escena del asesinato "estaba organizada". "No había desorden y la víctima no tuvo posibilidad de defensa porque la atacó en la entrada a la habitación de los hijos", han descrito.

Como elementos que corroboran que no hubo una merma de las facultades volitivas, según los agentes, destacan que empleó "un arma de oportunidad que es un cuchillo de cocina que por las características de la hoja es tremendamente mortal" y que "no repartió violencia, sino que la focalizó en esa persona, porque tenía la oportunidad de matar a sus hijos e incluso quitarse él la vida". De hecho, han resaltado que el encausado fue el que abrió la puerta de su casa a la Policía Local de Monzón y que les confesó que había matado a Rokahya "haciendo un gesto de desprecio". "Si hubiera habido un brote podía haberse lesionado, suelen ser habituales", han reiterado.

"Todo eso nos lleva a pensar que es un caso feminicidio porque utiliza más lesiones de las necesarias para causar la muerte y consideramos que es por un tema cultural porque no admitía el divorcio y porque era consciente de que su mujer tenía hepatitis", han añadido los investigadores.

Otros aspectos que han destacado los agentes es que el acusado tenía sangre en sus piernas lo que demostraría que se arrodilló sobre la víctima para seguir agrediéndola. Las primeras puñaladas fueron por las espalda, llegando a sumar un total de 84.

Una muestra de que es un caso de violencia de género es la denuncia que la víctima interpuso en el 2013. "Se archivó porque ella la retiró, pero hubo varios meses en los que estuvo en vigor una orden de alejamiento y destaca en el atestado de entonces de la Guardia Civil que la agresión física fue delante de sus hijos, igual que en esta ocasión fatídica", han afirmado.

Los agentes de Policía Científica del instituto armado que realizaron la inspección ocular han resaltado, por su parte, que junto al cadáver encontraron un cuchillo con una hoja de 28 centímetros y que este se encontraba en la habitación de los hijos, cerca de la cocina que presentaba una puerta desencajada.

El juicio continuará este miércoles con los informes forenses.