EL PERIÓDICO charla con tres profesionales de diferentes residencias de Aragón en las que la vacuna ya ha llegado o está a punto de hacerlo. Han despedido un año "para olvidar", pero el inicio de la inmunización también les hace posar toda su fe en la dosis anticovid.

ANA PERIBÁÑEZ

DIRECTORA DE LA RESIDENCIA REY ARDID DE JUSLIBOL

Ana Peribáñez, directora desde hace seis años de la residencia Rey Ardid de Juslibol, en Zaragoza, recuerda la soledad en la carretera allá por el mes de marzo. «Veníamos a trabajar y realmente no sabíamos muy bien lo que estaba pasando; llorábamos entre los compañeros. Todo era muy surrealista», cuenta. Ahora, nueve meses después, las primeras vacunas están al caer y ya han mantenido la reunión con el centro de salud correspondiente para la organización de la inmunización. «¿Quién nos lo iba a decir?», se pregunta Peribáñez, que también se muestra orgullosa porque este centro de la Fundación Rey Ardid no ha registrado ningún brote durante la pandemia.

«Fue muy duro decirles a las familias que cerrábamos la residencia y que no podíamos darles fecha para poder volver a ver a sus seres queridos. Teníamos claro que teníamos que hacer del centro un gran búnker y la unión de los trabajadores ha sido ejemplar», dice. «También ha sido muy triste, muy estresante, y nos hemos despedido de residentes para los que el duelo familiar no ha sido normal», indica.

Peribáñez comprende las «dudas» surgidas en torno a la vacuna, pero asegura que «no hay nada peor que un brote en una residencia», señala. «Nuestros residentes fueron supervivientes y lo siguen siendo, nosotros no hacemos ni más ni menos que antes. Ni somos héroes ahora ni antes éramos villanos. Este es un trabajo vocacional, donde tenemos que estar preparados para lo que venga y lo que está claro es que la vacunan abre una luz al final del túnel», reflexiona.

MARÍA SANZ

PRIMERA SANITARIA VACUNADA EN ARAGÓN. RESIDENCIA ROMAREDA

«No tuve ninguna duda. Desde el principio supe que me quería vacunar». La enfermera María Sanz fue la primera sanitaria de Aragón en ser inmunizada contra el covid y se muestra convencida del «horizonte que se abre» con la llegada de la dosis. «Creo profundamente en la ciencia como un elemento vital en la pandemia», cuenta esta profesional que trabaja en la residencia Romareda de Zaragoza.

Ni ella ni ningún aragonés inmunizado ha mostrado efectos secundarios a la vacuna. Ella, que lleva con «orgullo» haber sido la elegida, quiso ser «ejemplo e imagen» para la sociedad. «Comprendo las dudas y el miedo, pero teníamos que dar este paso para demostrar que no pasa nada. El 2020 forma parte ya de nuestra historia, estuvimos unidos y saldremos también juntos de esta», reitera.

Enfermera desde el 2011, Sanz indica que marzo fue «el peor mes» porque «en cuestión de 10 días» se tuvieron que desprender del modelo asistencial de residencia para pasar a uno más sanitario. «Tuvimos casos, cambiamos toda la estructura de la residencia, hicimos de cada habituación un minihogar para aislar a los mayores... Fue una locura y sin duda el mayor reto profesional de mi vida», dice.

Pese a todo, Sanz reconoce que la pandemia «ha hecho tambalear» todos sus años de profesión. «Te mentiría si dijera que no ha habido momentos duros en el plano psicológico. Llega un momento en que necesitas hacer un borrón completo, ver la situación con perspectiva y dar un paso al frente. La dimensión profesional, aún en circunstancias tan inesperadas, florece siempre», recalca

MAMEN PUEYO

DIRECTORA DE LA RESIDENCIA SOMONTANO DE BARBASTRO

Mamen Pueyo, directora de la residencia Somontano de Barbastro, le cogía con fuerza la mano a Lidia Navarro el pasado domingo. Ocultas tras la mascarilla se sonreían con complicidad. Sus ojos lo decían todo. Era un momento importante. «Lidia iba a ser la primera vacunada y estaba algo nerviosa. Solo quería transmitirle confianza porque todo el revuelo montado y demás era por algo bueno y ella iba a formar parte de la historia», recuerda Pueyo.

Tras un año «intenso e incierto», en este centro «familiar», con tan solo 35 plazas, han soportado los arreones del covid entre cierres totales, aluvión de casos en la ciudad y visitas limitadas cuando se ha podido. «No nos tocó la lotería, pero el hecho de ser la primera residencia de Huesca en tener la vacuna ya ha sido para nosotros un premio», dice Pueyo. Tanto que su felicidad se coló en una galería de fotos del The New York Times que recogía el inicio de la inmunización en España el 27 de diciembre.

La directora pide «no bajar la guardia», aunque entiende el «demasiado exceso de optimismo» por parte de la sociedad al llegar la vacuna. «Hay que serlo, pero a largo plazo. Debemos seguir extremando las precauciones como si nos hubiera puesto la dosis», asegura Pueyo, a quien la «adrenalina» le mantuvo «a tope» para trabajar a un ritmo frenético en los peores meses de la pandemia. «Me salieron los efectos al final de verano cuando me cogí unos días de vacaciones. Tuvimos mucho miedo, pero jamás nos flaquearon las fuerzas, me sentía al 200%. La cabeza tira en los momentos más difíciles», reflexiona