La puja está abierta y tiene cifras: entre 2.000 y 3.000 millones de euros. Esta es la inversión que requiere la puesta en marcha de una fábrica de baterías para coches eléctricos en España y por la que están dispuestos a pelear hasta el final Aragón, Cataluña, País Vasco, Galicia, Navarra, la Comunidad Valenciana e incluso Extremadura. El botín es más que apetecible: crear miles de empleos y dar un salto cualitativo en la industria del automóvil, un activo vital para cualquier economía. En definitiva, la planta de baterías sería un revulsivo para el tejido productivo de tal calado que garantizaría al menos dos décadas de futuro para el ganador.

Sin embargo, el concurso de méritos puede que no sea suficiente. Los expertos consultados por este diario señalan que la última palabra la tiene la empresa que producirá esas baterías, pero hay factores intangibles que pueden ser determinantes en la toma de esta decisión. De lo que no hay duda es de que España alojará una o varias plantas de este tipo, aunque camina rezagada frente a la veintena de proyectos previstos en el resto del viejo continente (ver gráfico).

En esta partida Aragón cuenta con varios ases debajo de la manga para seducir al inversor, pero el factor político y el económico (poner sobre la mesa ayudas que faciliten la llegada de la fábrica de baterías) pueden tener un peso más que relevante. Quizá por ello el consejero de Industria, Arturo Aliaga, dice recelar de «algunos movimientos», declaró en Aragón Radio. Porque la DGA confía en las opciones reales de la comunidad.

Mañana, el Ejecutivo ha organizado un gran acto en la Sala de la Corona del Pignatelli para mostrar todo el potencial de Aragón en esta batalla. Estará presente (por videoconferencia) la ministra de Industria, Reyes Maroto, y en dicho evento se darán cita todos los actores del sector.

El objetivo es poner el acento en la principal baza que tiene Aragón: su localización. La comunidad, y más concretamente Zaragoza, se encuentra en el epicentro del 80% de las plantas que fabrican vehículos en España. La capital aragonesa está a 308 kilómetros de Seat (Martorell), a 311 de Stellantis en Madrid, a 290 kilómetros de Vitoria (Mercedes), a 374 de Ford en Almussafes, a 427 de Renault Valladolid y a 183 kilómetros de la planta de Volkswagen en Navarra. Solo Vigo queda fuera del radar de Zaragoza.

Coste y energía

Este factor importa y mucho, ya que puede reducir de forma muy notable el coste del transporte de las baterías --son grandes y muy pesadas-- a los centros de producción en España. Resulta más costoso en tiempo y dinero llevar baterías de Madrid a Barcelona o de Valencia a Navarra, por ejemplo. De hecho, Zaragoza tiene comunicación por carretera y por ferrocarril con todos los fabricantes.

Eso por no hablar de los efectos en el medio ambiente. «A menos transporte menos huella ecológica y menos consecuencias en el cambio climático», apunta el director general de la Fundación CIRCE (Centro de Investigación de Recursos y Consumos Energéticos), Andrés Llombart, que subraya el potencial de la comunidad en energías renovables - aumentó un 49% y ya supone el 68% del total, según los últimos datos de Red Eléctrica Española-- y su «potente» red para poder suministrar a una fábrica de baterías eléctricas. Por tanto, Aragón ha cogido la delantera al resto de comunidades en su posicionamiento geográfico y también en el potencial de generar energía verde.

Otro de los factores que hacen de Aragón una seria favorita es su precoz irrupción en la electromovilidad. Zaragoza acaba de poner en marcha una planta de ensamblaje de baterías para coches eléctricos que ya da empleo a 80 personas y que surtirá a los modelos Citröen C4, que se fabrica en Madrid y al Corsa. Precisamente este fue el primer vehículo que se produjo en España con esta tecnología, algo en lo que Zaragoza también es pionera. Además, la planta de Figueruelas invertirá 230 millones en la electrificación de su línea 1 (la 2 produce el Corsa eléctrico), tal y como avanzó hace unos días a este diario el director general de Stellantis en Zaragoza, Juan Antonio Muñoz Codina.

Él mismo señaló que el gigante automovilístico está buscando localizaciones para poner en marcha alguna fábrica de baterías. El grupo es, sin duda, uno de los grandes socios en los que se puede apoyar el Gobierno de España para impulsar un proyecto de estas dimensiones. Y en esa ecuación, Zaragoza tiene mucho que ganar porque Stellantis puede aportar los recursos necesarios --quizá a través de los fondos europeos-- para que ese proyecto sea una realidad.

Estabilidad y agilidad

La puja se produce, además, en un momento de elevada inestabilidad política en España, lo que podría beneficiar a Aragón, donde la paz social es otro de los activos a exhibir. Eso y la agilidad administrativa son dos intangibles que suman a la hora de tomar decisiones por parte de los inversores. Otro de los atractivos es la disponibilidad de suelo industrial a un coste mucho más razonable del que pueden ofrecer los competidores.

No obstante, más allá de estos factores, esta inversión necesita un ecosistema industrial a su alrededor. Y Aragón también lo tiene. Eso sí, en igualdad de condiciones que el resto de comunidades. Cataluña, País Vasco, Navarra y Galicia, incluso, pueden superar a Aragón en este apartado, pero conviene recordar que muchos de los proveedores de la comunidad sirven piezas a los fabricantes localizados en esas comunidades. Si Aragón es la elegida, las más de 100 empresas auxiliares, sus 15.000 empleos y la cifra de negocio superior a 3.000 millones puede crecer en los próximos años.

Pero los proveedores del automóvil son solo una de las piezas del puzzle del sector en Aragón del que también forman parte el Mobility City, la Fundación Aitiip, la Fundación del Hidrógeno de Aragón, la Universidad de Zaragoza, el CIRCE, Itainnova y Motorland, por solo citar algunos ejemplos. Por si eso fuera poco, Zaragoza es sede nacional de la Mesa del Automóvil. Precisamente, el acto de mañana servirá para escenificar la sintonía entre todos y brindar una imagen de unidad frente a un sueño que no parece tan lejano._

Talento y trabajadores

Todo este ecosistema precisa de empleo cualificado, por lo que habrá que incidir más en la formación. No obstante, el sector es optimista. «Tenemos talento en Aragón para poder incorporarse», asegura Llombart, que subraya que «vivir aquí también es más barato». La ventaja de contar con una fábrica de baterías es que el empleo que se puede perder en la producción de vehículos por la menor necesidad de mano de obra puede verse compensada. «Atraer valor al resto de productos de la cadena ayudará mucho», sostiene el director de la Fundacion CIRCE.

El triunfador de la batalla por la gigafábrica es toda una incógnita, pero el Ejecutivo aragonés apela al trabajo realizado y recuerda las numerosas gestiones y viajes realizados a China, donde se concentra el 60% de la producción de componentes para baterías. El Ejecutivo de Lambán también contactó con productores como LG Electronics y DLG Energy.

Las ministras Maroto y Ribera tienen en sus manos una decisión trascendente, pero deberán basarse en criterios objetivos si no quieren levantar una guerra entre territorios. Hasta entonces, Aragón sueña con la fábrica de baterías.