Las zonas frutícolas de Aragón, que se han visto sometidas a heladas en las últimas fechas, están montando los dispositivos de prevención del coronavirus a solo un mes del comienzo de la nueva campaña agrícola. En el Bajo Cinca, Valdejalón y el Bajo Aragón-Caspe, los consejos comarcales ponen en marcha medidas para reforzar la seguridad sanitaria, tras las negativas experiencias que se vivieron en la primavera del 2020 cuando en varios puntos de Aragón, en particular en la zona de Fraga, se detectaron focos de contagio entre los temporeros llegados para recoger las cosechas de fruta.

El comienzo de la recolección podría verse influido por las heladas de los días pasados, «pero aún es pronto para saberlo y dependerá de cómo se comporte la primavera», señala Manuel Rausa, de UAGA en el Bajo Cinca. «Unas zonas se pueden ver más afectadas que otras», señala por su parte Vicente López, de la misma organización agraria en La Almunia.

Al margen de las inclemencias del tiempo, los dispositivos en preparación incluyen desde construcciones acondicionadas en las que poder aislar en las debidas condiciones a los jornaleros que den positivo en covid-19 a instalaciones provistas de duchas y lavadoras, pasando por la contratación de agentes de convivencia y de asesores laborales. La coordinación de todo ello corre a cargo de los servicios sociales comarcales.

En muchos casos, salvo la generalización de los pabellones para contagiados de coronavirus, se trata de acciones que se vienen desarrollando desde hace años, señala Marta Gimeno, presidenta de la comarca de Valdejalón.

«Es una cuestión de salud pública, por eso en esta campaña se van a priorizar todas las medidas de control necesarias», subraya Marta Gracia Blanco, alcaldesa de La Almunia. En esta localidad, el consejo comarcal de Valdejalón ha transformado una antigua casa de ejercicios espirituales, propiedad de la parroquia, en centro de acogida para positivos en covid, con un total de 40 plazas.

Coordinación

Dos puntos de gran importancia, en los que ya se trabaja, es la coordinación entre las distintas fuerzas de seguridad y el refuerzo de los centros de salud en las poblaciones que cuentan con este servicio sanitario.

Los detalles de la operación están ya bastante perfilados a la espera de una reunión de la mesa de campaña que tendrá lugar en abril y en la que los agentes sociales y las fuerzas de seguridad abordarán los últimos flecos.

Marta Gracia señala que se hará hincapié en «evitar a toda costa las aglomeraciones». Para ello está previsto tratar de organizar las compras de los temporeros así como el tiempo que dedican al ocio. «Son cuestiones que superan a los agricultores y en las que tienen que intervenir las distintas administraciones», afirma la alcaldesa de La Almunia.

Esta villa de Valdejalón espera recibir, cuando la campaña agrícola esté en su apogeo, un millar de temporeros que se unirán a los 300 que viven de forma permanente en la comarca.

«No solo es cuestión de montar pabellones para aislar a los positivos, sino de garantizar el servicio de comidas, la vigilancia, la limpieza y la higiene», explica Marco Ibarz, presidente de la comarca del Bajo Cinca.

Riesgo de hacinamiento

En Fraga, su capital, hubo un brote el año pasado que puso en jaque a las autoridades sanitarias. Por eso en la próxima campaña se van a extremar las medidas de control. Para empezar habrá varios centros covid, por lo que se habilitarán distintas dependencias, entre ellas los vestuarios de los polideportivos y campos de fútbol de los pueblos.

Ibarz subraya que en el caso de los temporeros que dan positivo, «por lo general gente fuerte y joven que es asintomática», existe una dificultad añadida, esta de carácter psicológico. «No sienten ningún malestar y es muy difícil convencerles de que no deben ir a trabajar», explica.

Otro obstáculo serán los pisos y parcelas donde se alojan numerosos temporeros, dado que no resulta sencillo respetar las medidas de higiene y distancia social debido al hacinamiento. Por no hablar de las casetas maltrechas en las que suelen refugiarse los trabajadores en situación irregular.

Paco Domenech, presidente de Bajo Aragón-Caspe, señala que en su comarca habrá dos centros covid, en Caspe y en Maella. Además, ya se ha llevado a cabo un taller de convivencia para informar de la forma de actuar en caso de problemas. «Lo normal es que no pase nada, quizá alguna riña, pero como puede pasar en cualquier otro sitio», afirma Domenech.

Dos años sin recibir ayudas para los alojamientos

La reciente normativa del Gobierno de Aragón en materia de coronavirus obliga a los agricultores que ofrecen alojamiento a temporeros a que estos espacios estén debidamente equipados para evitar el contagio de coronavirus.

«El problema es que hace ya dos años que la DGA no concede subvenciones para hacer mejoras, ya sean reformas o ampliaciones», denuncian los dos miembros de la organización agraria UAGA, Manuel Rausa, de Zaidín, y Vicente López Gil, de La Almunia.

«El convenio no pone que el alojamiento sea responsabilidad del agricultor», señala este último, que como otros 3.000 propietarios de frutales aragoneses ha rellenado una declaración responsable con datos de sus parcelas, la producción prevista y las necesidades de mano de obra. El documento, muy detallado, es una radiografía del sector frutícola en la actualidad.