Otro motivo de extrañeza ha sido el triunfo de Isabel Díaz Ayuso en Madrid pues la valoración serena de su trabajo solo puede ser negativa, como lo expresó Mónica García, y sin embargo Díaz, con sus reincidencias televisivas, su desparpajo marca Aguirre por el que a veces más parece una humorista sin gracia que una política seria, ha conquistado a los madrileños que ven que los políticos no son tan diferentes de ellos ¿Será eso?

¿Los ciudadanos premiamos la agresividad gratuita en política? ¿O hablar sin preocuparnos de la seriedad propia de un discurso político? ¿O el populismo es eso, hacernos creer que estamos a la altura de los políticos cuando estos se rebajan al extremo? Participan de esto unas cuantas políticas de la derecha y ante sus sonados despropósitos nos preguntamos: ¿Para esto hemos luchado tanto las mujeres?

A Ana Botella la premian en Madrid, por una antigua tradición. Pero premiar a quien vendió 1.860 viviendas de protección oficial a la empresa USA Blackstone (fondo buitre) con inquilinos de años dentro, no se entiende. Este parece ser de los peores actos que puede hacer un político, y así lo vio el Tribunal de Cuentas, que la sancionó a pagar una indemnización de 25 millones de euros por daño patrimonial al Ayuntamiento de Madrid. El daño moral de miles de afectados parece que no tiene equivalente jurídico, aunque han creado una plataforma para defenderse. Hubo quien no pudo pagar las alzas de precio impuestas por los nuevos dueños y se quedó sin techo.

La estela que Cristina Cifuentes, expresidenta de la Comunidad de Madrid, dejó tras de sí también tiene miga. Conocido es el episodio del máster en la Universidad Rey Juan Carlos I, que empezó cuando elperiódico.es informa de que en las actas de varias asignaturas figura como «no presentada». Ella culpa a la universidad, pero su situación se hace insostenible al saberse que dos profesoras firmantes del acta dicen que sus firmas están falsificadas, lo que cuestiona el propio documento. Aún así, Cifuentes quiere seguir al frente de la comunidad, momento en que recibe un golpe mortal: alguien filtró un vídeo mostrando a la presidenta ante el guarda de seguridad de unos grandes almacenes, explicando la sustracción de dos botes de crema facial sin pagar. Esto la lleva a dimitir fulminantemente; suponemos que el vídeo, alguien lo tenía, y lo hizo público cuando consideró que el asunto había que zanjarlo. Más personas se vieron involucradas y el juicio se sustanció este año: Cifuentes fue absuelta por falta de pruebas de que ordenara falsificar el acta. La profesora Cecilia Rosado, que elaboró el acta y falsificó las firmas fue condenada a un año y 3 meses de cárcel y la asesora de Cifuentes, María Teresa Feito, que contactó a Rosado para hacerlo, fue condenada a tres años de cárcel.

La astuta Esperanza Aguirre, mano negra del tamayazo en 2003, arrebató la Comunidad de Madrid al PSOE que con Izquierda Unida sumaba un escaño más que ella mediante la desvergonzada compra de dos oscuros miembros socialistas. Nunca se le pudo probar nada, pero sí muchos personajes cercanos a ella han ido cayendo alcanzados por la corrupción.

Sin duda, Esperanza Aguirre fue la escuela de Díaz Ayuso, su comportamiento «sin complejos», su lenguaje simplificador de la política y de las ideas: el bien y el mal, la luz y la oscuridad, la libertad y el comunismo, al parecer gustan a eso que se llama el gran público.

Madrid es plaza que el PP no desea perder, la Feria de las Tentaciones, uno de los lugares donde circula más dinero en España, por eso es tan atractivo para los políticos de derecha; el tamayazo fue crucial para que el PP retuviera la capital entonces y siguió en el poder hasta 2019, cuando PSOE, Más Madrid y las confluencias superaban a PP y Ciudadanos juntos. Pero también estaba Vox, y esa fue la diferencia.

Recientemente, el PP reeditó el tamayazo en Valencia, o sea Aguirre crea escuela. Ella es todo un personaje, con 30 años en el meollo de la política nacional en los momentos más estelares del PP, del que fue su presidenta. Sus políticas de derechas han sido nefastas por preferir lo privado a lo público y el caso Gürtel supuso adjudicación de contratos por alcaldes PP de la región de Madrid a la red de Francisco Correa a cambio de comisiones ilegales materializadas mediante donaciones a una fundación fantasma que ella presidía. En 2012, la Administración Tributaria aportó pruebas de posible financiación ilegal, pero el delito había prescrito.

Familiares de Aguirre fueron favorecidos por pelotazos urbanísticos, incluido su propio marido, siendo vox populi en Guadalajara que endosó unos terrenos ociosos para el apeadero del AVE que terminó levantándose en Yebes ¡a 13 kilómetros de Guadalajara! Una soberana faena. Pero sigue sin probársele nada.

En 2007 desató una caza de brujas en la sanidad pública cuya víctima propiciatoria fue el doctor Luis Montes, del hospital Severo Ochoa de Madrid. La persecución a Montes arrancó con un anónimo culpándole de cientos de muertes provocadas: un episodio muy oscuro que requirió de un cúmulo de complicidades. La Justicia eximió a Montes de cualquier mala práctica, pero el daño ya estaba hecho y no fue resarcido de ninguna forma. La acusación fue falaz, pero había un objetivo: desprestigiar a la sanidad pública y tender una cortina de humo para distraer sobre la privatización de la sanidad en Madrid.

¿Para esto las mujeres queríamos estar en política? La respuesta es obvia, y hay países con prácticas políticas no mafiosas, más cívicas, con hombres y mujeres decentes y respetables. Pero España es diferente y si hay hombres tramposos en política, también habrá mujeres tramposas. Solían despreciar a las que anduvieron en la calle reclamando derechos, pero una vez conquistados, vienen muy bien.

Tanto Aguirre como María Dolores de Cospedal fueron señaladas por acumular cargos y sueldos, al ser al mismo tiempo cargos electos, altos cargos del PP y del Gobierno. En 2003, Aguirre cobraba pensión como expresidenta del Senado, 10.000 euros al mes, 6.600 como senadora y 2.500 más como parlamentaria de la Asamblea de Madrid y portavoz de su agrupación. En 2016 percibía unos 94.758 euros al año y se quejó de que el sueldo de los políticos no daba para mucho, cuando la Comunidad de Madrid le pagaba hasta la luz del palacete en el que vive. En esos días, Aguirre solía salir de un charco para meterse en otro por esa bendita espontaneidad que Díaz Ayuso tomó para sí como seña de identidad.

Cospedal no se quedaba corta y en 2010 acumulaba ingresos por 200.000 euros anuales, al ser secretaria general y presidenta regional del PP, abogada del Estado y senadora. Sobre ella es de ley reconocer su insólita actuación en 2017 al dictaminar el Consejo de Estado, catorce años después reconociendo la responsabilidad del Ministerio de Defensa en la tragedia del Yak-42, en el que perdieron la vida 62 militares españoles de regreso de una misión en Afganistán. Ella, al contrario que Federico Trillo, ministro de Defensa responsable, que solo buscó escabullir el bulto, maltrató a los familiares de las víctimas y fue también responsable de la indignidad cometida con los restos de los siniestrados, dio la cara, asumió la responsabilidad institucional por la tragedia como ministra de Defensa, se reunió con los familiares a los que no recibían hasta ahí, y pidió disculpas públicamente. Contra lo que temía el PP, su actitud calmó los ánimos, ya que no solo los familiares, todo el país, era un clamor de justicia por las víctimas. Trillo fue destituido como embajador de España ante Reino Unido y por fin España respiró con cierto alivio ante un tema tan sensible.

Esto sí es lo que se espera de una mujer en política, estar al lado de la justicia. Pedir disculpas por algo tan grave es duro, pero sanador. El problema es que es absolutamente excepcional: lo habitual es estar siempre en pie de guerra defendiendo la camiseta: exceso de partidismo político.

Y llegamos a Isabel Díaz Ayuso, con la clarísima impronta de Aguirre. No se pierdan el comentario de Aguirre ante el triunfo de Díaz Ayuso: «A los valientes les ayuda la Providencia» ¡Claro que sí, Santiago y cierra España, el bien contra el mal! Fórmula Aguirre a tope, simplificaciones extremas y excluyentes ¿Para qué complicar a los ciudadanos, hacerlos pensar?

Pero algunos ciudadanos nos empeñamos en pensar. ¿Está amenazada la libertad en España? ¿Es inminente la llegada del comunismo? Nada de eso, pero a la derecha siempre le funciona meter miedo.

Ayuso ha constatado que la fórmula Aguirre triunfa: actuar como diva, soltar cualquier tontería en cualquier sitio, subir el nivel de agresividad para apabullar al enemigo. Ah, y ante la prensa, nunca contestar a lo que se pregunta.

Pero lo sangrante es que Díaz Ayuso se apodere de un concepto como libertad, en un país que tiene en su pasado una herida como la del 36. Eso ha dolido, ya que si hay alguien que no tiene derecho a adueñarse de la palabra libertad es la derecha española. Salvo que hable de la libertad de mercado. Pero no hay que creer que la señora Díaz Ayuso está interesada en explicar la diferencia que hay entre libertad política y libertad de mercado.

En resumen, la derecha española ha contado en numerosas oportunidades con el activo femenino que anida en la clase aristocrática, lo que se ha mostrado muy exitoso ya que al pueblo llano, sobre todo si es iletrado, le encanta el glamour. De modo que la izquierda ya puede prepararse para ganar las próximas elecciones, quizás debería presentar de candidata a alguien como ¡Carmen Lomana!