El sector del automóvil está viviendo un año absolutamente insólito. La crisis de los semiconductores --pequeñas piezas que modulan y conducen la electricidad-- ha puesto en jaque a las fábricas de vehículos y a los concesionarios de tal forma que nadie sabe cuándo se podrá producir un modelo ni cuándo se podrá entregar al cliente final. La situación se vive en Aragón con especial inquietud, ya que 2021 estaba llamado a ser el año de los récords en la factoría de Figueruelas, con más de 500.000 unidades producidas. Pero la realidad será bien distinta.

Desde que comenzaron a escasear los microchips hasta finales de junio la planta de Stellantis en Zaragoza ha dejado de fabricar alrededor de 70.000 vehículos por la falta de semiconductores, a razón de unos 388 cada día y más de 11.600 al mes. Durante el primer semestre la factoría aragonesa ha estado sin poder producir durante unas 20 jornadas completas, a las que hay que sumar otros paros en una sola línea o turnos concretos, según estiman los sindicatos.

Esta nueva y desconocida realidad ha supuesto, además, la pérdida del turno de noche de una de las líneas de producción en Figueruelas y la eliminación de más de 300 empleos temporales. Pero la factura de la falta de microchips no queda ahí. La multinacional ha tenido que aplicar un expediente de regulación de empleo temporal (erte) de 50 días como máximo, que se aplicará a toda la plantilla de producción durante este 2021. Y se ha hecho lo mismo con los 400 trabajadores de administración y estructura.

El desconocido escenario que se ha vivido y la incógnita de no conocer cuándo concluirá la crisis elevan la inquietud en la compañía, los trabajadores y las empresas auxiliares, que han seguido los pasos, no solo de Stellantis, sino también de otros fabricantes como Ford, Volkswagen, Seat, Mercedes, Nissan y Renault que se han visto inmersos en la misma situación.

Quizá la llegada de las vacaciones --Figueruelas las inicia el día 23 de julio-- y el parón de las fábricas pueda ayudar a relajar la escasez de chips, pero los expertos vaticinan que la crisis se prolongará hasta bien entrado el 2022. Si es así, el parón sufrido por el coronavirus tras decretarse el estado de alarma en marzo del 2020 puede quedarse en una mera anécdota. «Todo el mundo nos dice que esto no terminará rápidamente, lo que hace que estemos muy preocupados», asegura el presidente del comité de empresa de Stellantis en Zaragoza, Rubén Alonso.

Pero la realidad de la crisis se traslada también a las auxiliares, donde temen que la facturación pueda caer este año un 15% si no hay un cambio de guión. «Es un efecto bola de nieve porque algunas plantas se han visto abocadas a parar, aunque el impacto depende de las marcas», apunta el gerente del clúster del automóvil de Aragón (Caar), David Romeral. Y todo esto sucede en un momento en que el sector del automóvil se encuentran en plena metamorfosis hacia la electrificación, lo que exige todavía más microchips, lo que augura un segundo semestre del año más que complicado.

Se desploman las ventas

La factura de la crisis de los chips llega también a los concesionarios aragoneses, donde las entregas se han retrasado en las últimas semanas todavía más. Hoy, un cliente que quiere comprar un coche puede tardar hasta seis meses en recibirlo, según reconocen algunos de los concesionarios consultados. «En los 40 años que llevo de profesión no había vivido nunca nada igual», reconoce el jefe de ventas del concesionario Augusta Motor, en Zaragoza, donde se comercializan los modelos, BMW, Suzuki y Mini. Las caídas de lasa ventas y de la facturación superan el 25% porque muchos clientes no quieren esperar tanto, una situación que se agrava en los meses de junio y julio, tradicionalmente buenos.

«El comprador quiere el coche ya para irse de vacaciones y, si no lo tiene, opta por un coche de ocasión o se va a la competencia. El problema es que nosotros no sabemos cuándo llega el coche hasta que no entra en el barco», señala Colás. El problemas es que el resto de marcas están igual. Desde que se produjo la falta de microchips en las fábricas los concesionarios han ido tirando de estoc, pero este ya se ha acabado.

El jefe de ventas de Carza Automóviles, Daniel Montero, hace un diagnóstico claro de la situación: «La inmediatez ha desaparecido en todos los concesionarios». Él junto a su equipo comercializa las marcas Peugeot, Skoda, Kia, Mazda y Hyundai, y reconoce que la escasez de chips ha obligado a «retrasar hasta dos meses la fecha inicial de entrega que se había dado a los clientes». Y eso que la prioridad en Carza es realizar entregas a particulares. Esta coyuntura, unido a la crisis por el coronavirus, la falta de empleo o los ertes han llevado a muchos a optar por la compra de vehículos de ocasión.