Después de casi cuatro años y medio trabajando como rider, este joven que prefiere mantenerse en el anonimato reconoce que lo peor de su trabajo como repartidor es que no exista un contacto real con la empresa. «Nunca hemos tenido contacto con Glovo, siempre es a través de chats, de mandarnos mensajes desde la central pero cuando tenemos un problema no hay nadie a quien recurrir», comenta el repartidor. Esta no es la única empresa con la que el rider ha trabajado en estos años «estuve con Deliveroo y con otras locales más pequeñas que había antes pero desde verano con la ley rider la única que te permite trabajar como autónomo es Glovo o sea que tienes que ceñirte a ellos», explica el zaragozano.

El repartidor explica que las desventajas en la forma de trabajo vienen marcadas por el algoritmo por el que se rige la empresa, «yo puedo elegir cuánto quiero cobrar por los pedidos que recibo y cuanto menos comisión nos llevamos más pedidos recibimos» comenta el rider. «Para nosotros elegir la comisión justa y que supone un sueldo algo más acorde significa trabajar menos, o sea que no nos sirve de nada», añade.

Durante el periodo navideño y ante el aumento de la demanda la mayoría de la plantilla decidió elegir la comisión más alta lo cual, asegura el trabajador, se ha traducido en que la empresa ha reducido las comisiones a las que pueden acceder los trabajadores semanas después.

Otra de las cuestiones que denuncia este trabajador de Glovo es lo que se conoce como «pago por uso de plataformas». «Glovo no se hace cargo de nada, nosotros somos los que nos pagamos el medio de transporte y la mochila. Además, pagamos unos seis euros al mes para poder usar la aplicación hayamos trabajado ese mes o no», explica el repartidor en la capital aragonesa.

Repartidor de Glovo: «Con mi sueldo de repartidor me da para vivir y mantener a mi familia»

En noviembre de 2017 y justo después de terminar el contrato con su empresa anterior, este zaragozano que prefiere mantenerse en el anonimato entró a trabajar como repartidor de la empresa Glovo. «Me lo recomendó un conocido y la verdad es que tenía la moto y como soy padre de familia no me lo pensé demasiado», cuenta. Lo que comenzó como una prueba del que iba a ser un trabajo temporal se ha convertido en un trabajo estable casi 5 años después y del que no tiene intención de desprenderse. 

«Yo soy autónomo, ahora mismo estoy pagando 377 euros de cuota, lo he sido desde el principio y la verdad es que en ningún momento me he sentido como un falso autónomo», explica el repartidor. Él se organiza de forma individual cuáles son sus horarios, sus vacaciones y en qué momentos decide trabajar y en qué momentos opta por descansar. «Ahora estamos con libre conexión lo cual significa que yo puedo conectarme cuando quiera y trabajar como yo considere», añade uno de los trabajadores más antiguos de la empresa de reparto en Zaragoza. 

En una semana normal el trabajador descansa durante un día y medio, «habitualmente lunes y martes por la mañana» y durante el resto de la semana realiza una jornada partida en la que las horas van variando. «Normalmente son unas cuatro o cinco por la mañana y tres por la noche, todo depende de cómo esté el volumen de pedidos», explica. «Yo con el sueldo que tengo me da para vivir y para mantener a mi familia», asegura

Además, el repartidor aboga por la libertad de cada trabajador para establecer sus propios pedidos. «El que quiere trabajar siete días sin descanso también puede hacerlo, también son muchos los que solo trabajan en días determinados o el fin de semana porque estás compaginando el trabajo con otra cosa», explica.

Repartidor de Uber Eats: «Cobramos el salario mínimo interprofesional»

Trabajar como rider se convirtió, en un primer momento en la opción perfecta para compaginar con los estudios para I. L., un joven de 23 años procedente de Ecuador y que lleva 7 años viviendo en España. «Quería algo que me permitiera poder llevar dinero a casa o por lo menos cubrirme mis gastos pero que no me obligara a dejar los estudios», comenta el joven. 

Ahora mismo, solo trabaja los fines de semana y reconoce que el sueldo no es muy elevado. «Cobramos el salario mínimo interprofesional y por mucho que trabajes viernes, sábado y domingo, los pedidos son los que son», explica. «Si no trabajas a las horas que hay fútbol o algo interesante la gente no pide y si haces menos entregas el sueldo es menor», añade.

Aun así el joven reconoce que las condiciones del trabajo eran las que se esperaba. «Ya tenía a algún conocido que estaba trabajando con otras empresas y la verdad es que ya sabía que no era el mejor trabajo del mundo», reconoce el joven que también admite que no cree que sea algo que le vaya a durar mucho tiempo más. «En junio espero poder graduarme del grado superior en el que estoy ahora y empezar a buscar un trabajo a jornada completa y que sea más estable», explica el joven ecuatoriano.

El rider reconoce que el trato con el público es una de las cuestiones que más dificultan el trabajo. «La verdad es que al tener un salario tan bajo muchos intentamos rascar algo de la propinas pero la gente es muy poco empática, por mucho que intentes que el pedido llegue rápido y en las mejores condiciones posibles nunca tienen suficiente», explica.

Intentar llegar en el tiempo estipulado se convierte en un verdadero problema. «Yo voy a todas las entregas con mi bici pero no en todas partes hay carril y las noches de viernes y de sábado hay mucho trafico y los coches es que prácticamente ni te ven, casi nos da hasta miedo», cuenta el joven en un descanso entre pedidos. «Yo por suerte no he tenido ningún accidente pero conozco compañeros a los que han atropellado», añade.