Muchas son las familias que se han apuntado en aplicaciones para ofrecerse a acoger u ofrecer habitaciones a refugiados aragoneses. Muchos lo hacen porque no han encontrado cómo poder ayudar por los cauces oficiales. Aseguran que hay "mucha burocracia" y la ayuda no puede esperar.

HÉCTOR GASCÓN Y YAIZA SÁNCHEZ (Zaragoza): «La ayuda se necesita ya y a nosotros nos gusta colaborar»

Héctor y Yaiza.

A Héctor Gascón y Yaiza Sánchez la ganas de ayudar les vienen de lejos. Hace unos años estuvieron varias semanas en la isla de Lesbos a la espera también de llegada de refugiados. En este caso, de momento no han viajado, pero ofrecen una habitación en su casa para acoger a dos personas. «Nos gusta colaborar y participar en temas humanitarios», asegura Gascón; quien además de viajar a Lesbos, también se habían planteado acoger durante un verano a un niño saharaui. «Todos los años nos gusta hacer algo humanitario» y en esta ocasión, esa solidaridad será por Ucrania.  

La pareja ofrece una «estancia temporal», asegura, así que considera que «cuando alguien sale de una guerra necesita una casa» y que se solucione «todo cuanto antes». Por eso, decidieron abrir las puertas de su domicilio: «Es ponerse en la situación de lo que nos podría pasar a nosotros y empatizar» y por eso decidieron apuntarse en una plataforma en la que se ofrece alojamiento y, en teoría, los refugiados tienen acceso. 

Ellos ofrecen una habitación para «una o dos personas» o una con un niño, aunque «no especificamos mucho, porque los que más están sufriendo son las mujeres y los niños» ya que los hombres, de momento, se quedan en su país.

En su ofrecimiento aparece que también podría aportar transporte. «En un momento dado se podría», asegura Gascón, quien cree que la burocracia está paralizando los procesos. «Cuando se llenan todos los formularios... todo ha acabado». Por eso, reconoce que «en un momento de debilidad podría cogerme tres días de vacaciones y traer a alguien, a tres o cuatro o cinco personas». De momento espera: «Nadie se ha puesto en contacto con nosotros», dice.

La pareja se puso en contacto con el Gobierno de Aragón y les dijeron que "tenían exceso de solicitudes", así que cuando encontraron la página web no dudaron en apuntarse. No saben quién hay detrás de la plataforma, pero solo "incluye el teléfono, que aparece en muchos sitios", dice. Considera que el problema es "la burocracia", por eso muchas personas han cogido el coche y se han plantado en la frontera; porque cuando "se rellena todo el papeleo, puede que ya esté todo terminado".

BERTA SERRANO (ONTINAR DE SALZ): «Es más ágil con estas plataformas, por la vía oficial cuesta más»

Berta y su familia.

Berta Serrano y su familia residen en Ontinar de Salz y les costó muy poco decidirse a dar el paso a ofrecer su casa, o más bien la habitación que tienen disponible en ella, para acoger refugiados ucranianos que buscaran un hogar en Aragón. Pero una cosa es tomar esa determinación y otra conseguir hacer llegar a quien corresponda que su casa está disponible. Ella relata que intentó informarse «a través del ayuntamiento, con Accem, que debía estar colapsado...». «Es más ágil con estas plataformas por internet, aún sin saber cuál va a ser el resultado. Por la vía oficial cuesta más», explica.

Ella accedió a esta plataforma en la que está registrada como posible anfitriona «a través del Facebook de la Asociación de Ucranianos en Aragón» y no dudó en inscribirse, aunque ahora reconoce que «uno cuando entra se encuentra con un formulario pero nunca sabes quién está detrás. Pero en realidad solo te piden tu móvil y el código postal, que también lo tienen todas las empresas de publicidad sin habérselo dado yo», argumenta.

En su caso, apostilla, no desistió de contactar con Accem y al final lo logró. Les da más seguridad y confían en acoger a algún refugiado, en su caso, con capacidad para una mujer adulta y un niño. 

SELVA RIVERA Y MOSS ROWSELL (SABIÑÁNIGO): «Fue una necesidad abrir nuestra casa, lo hacemos por vocación»

Selva y Moss, en las puertas de Casa Vera.

A Selva Rivera y Moss Rowsell el inicio de la guerra les afectó «emocionalmente» y decidieron que tenían que ayudar. Ambos regentan Casa Vera, una casa de turismo rural en Sabiñánigo, un espacio que «ofrecen a la salud, el yoga y el bienestar» ya que acogen encuentros donde se apuesta por «la paz interior». No están cerrados, pero abren sus puertas a personas de su mismo estilo de vida, «que busquen un sitio en la naturaleza, compartir comidas vegetarianas y compartir un camino espiritual», señalan. Es un perfil que «podemos cubrir mejor que otras personas» si hay refugiados con su misma forma de vida».

Por eso «fue una necesidad el abrir nuestra casa, ofrecer lo que ofrecemos por vocación, un espacio que puede ser muy sanador», explica la oscense Selva Rivera, junto al canadiense Moss Rowsell, quien de momento, se han apuntado en una aplicación, donde ofrecen una habitación. Para ellos, sería «ideal para gente que lo está pasando mal, ya que ofrecemos seguridad». Sus valores, dicen «incluyen la paz, la comunicación y la ayuda».

Su casa rural, a la que han cambiado el nombre y al Casa Vera le han añadido el de Refugio de paz. «Ha habido un antes y un después del inicio de la guerra», señalan. Además, Selva es médica por lo que «estaré encantada de acompañar y traducir».

Selva y Moss han intentado mostrar esa ayuda a través de los medios oficiales, pero no ha sido posible, de ahí que hayan apostado por las redes sociales, pero no tienen claro si el mensaje "está llegando" y eso les crea frustración. Llamaron a muchos teléfonos y no consiguieron ofrecer su habitación, por lo que consideran que falta "información" «La ciudadanía está respondiendo antes», asegura, aunque se pregunta que si van a su casa perderán opciones que sí que tendrían en los cauces autonómicos, como «aprender español». Lo que sí tienen claro es que en su casa encontrarán algo de paz.