El Periódico de Aragón

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UN SECTOR CLAVE DE LA ECONOMÍA

La recolección de fruta arranca en Aragón muy tocada por las heladas tardías

Las inclemencias hacen que se pierdan 400 millones de kilos de distintas variedades

Dos trabajadores agrícolas realizan labores previas a la recolección en una finca de Valdejalón. JAIME GALINDO

Las heladas tardías que asolaron el noreste de España a principios del pasado mes de abril, en particular a Aragón, han asestado un duro golpe a la economía basada en la recogida de la fruta. Desde la producción a la comercialización se verá afectada toda la cadena que va del campo a la mesa del consumidor.

Habrá menos fruta en los árboles y se necesitará mucha menos mano de obra para cogerla y para meterla después en cajas y barquillas en los almacenes, antes de salir para las tiendas y supermercados, donde es posible que el precio aumente.

Ya se sabe que la cosecha de numerosas variedades será mucho menor, entre un 60% y un 70% inferior a la de un año normal, de forma que se cogerán 400 millones de kilos menos de fruta, lo que da una idea de la magnitud de los daños causados por las temperaturas excesivamente bajas. De hecho, un buen año, los árboles frutales rinden en total, aproximadamente, 700 millones de kilos.

Vicente López Gil, en el alojamiento que ha habilitado en su explotación de Valdejalón. JAIME GALINDO

De mediados de mayo en adelante

Y eso implicará que «en torno a 10.000 personas, de un total de 15.000, no encontrarán empleo esta campaña en la fruticultura», advierte Vicente López Gil, fruticultor y responsable de fruta de la Unión de Agricultores y Ganaderos de Aragón (UAGA).

De momento, la campaña de recogida, que por lo general empieza a comienzos de año, este ejercicio no arrancará hasta mediados de mayo, lo que supone un retraso de unos 10 o 15 días. Con las lógicas variaciones entre comarcas, pues en las comarcas situadas a menor altitud, como el Bajo Aragón zaragozano y el Bajo Cinca, siempre se empieza antes la recogida.

Con todo, los temporeros ya han empezado a llegar a las localidades fruteras en busca de colocación en las tareas agrícolas y en los almacenes de las cooperativas. Este año su problema no será protegerse del coronavirus, como ocurrió en las dos anteriores temporadas, sino encontrar trabajo.

Máxime si se tiene en cuenta que, con el paso de los años, un número muy elevado de migrantes se han quedado a vivir en las comarcas fruteras gracias a que tienen empleos permanentes o intermitentes.

Un esfuerzo prolongado

Estos residentes, junto con los que vienen ya con contrato desde su lugar de origen, son quienes antes ocupan los puestos de trabajo disponibles. Además, muchos fruticultores, con el fin de planificar la actividad, tienen acuerdos con grupos de jornaleros que regresan cada año cuando empieza la temporada.

«Si un año muy bueno pueden llegar a necesitarse 18.000 braceros, este 2022 las necesidades son muy inferiores», indican en UAGA. Por este motivo, esta temporada puede que no se produzcan los problemas de alojamiento que se registran otros años, de forma puntual, en determinadas poblaciones.

«Lo cierto es que en las explotaciones grandes y medianas la capacidad y la calidad de los alojamientos es la correcta», subraya Vicente López Gil, que este año ha ampliado las instalaciones de acogida en las que se alojan los temporeros venidos de fuera y que trabajan en sus fincas.

En este sentido, precisa, en algunas comarcas, como es el caso de Valdejalón, los fruticultores y los ayuntamientos llevan al menos dos décadas haciendo esfuerzos para mejorar las instalaciones donde comen y duermen los temporeros, por lo que se ha acabado creando una red de servicios que garantiza que este colectivo vive y trabaja en condiciones adecuadas.

Cosechas perdidas

Pero la cantidad de trabajo por hacer siempre es un factor cambiante, ligado a la evolución del tiempo en las estaciones. Y este año las perspectivas no son muy halagüeñas. «La cosecha de albaricoques se ha perdido en su totalidad», aclara López Gil, que informa de que también se ha perdido el 90% de la cosecha de almendras.

La mayor afluencia de temporeros se registra entre julio y agosto, los meses en los que las tareas de recolección se encuentran en su apogeo. Por eso es todavía pronto para saber si habrá un exceso de oferta de mano de obra.

Es muy posible, sin embargo, que no se llegue a producir esa avalancha humana y que la masa de trabajadores que habitualmente va al campo en busca de empleo de temporada opte por otros empleos en sectores como el turismo y la construcción, que se han reactivado en todo el país tras el fin de la epidemia de covid-19.

Vuelta a la hostelería

Para muchos de ellos es el camino de vuelta de lo que ocurrió el pasado año y en 2020, cuando un número muy elevado de personas que encontraban colocación en la hostelería en la costa mediterránea vino a trabajar a Aragón en la agricultura debido a la crisis que afectó el sector turístico.

Con todo, apuntan los sindicatos agrarios, no se pueden descartar que, en momentos concretos, se registre una elevada afluencia de personas en busca de trabajo en algunas localidades frutícolas de Aragón.

En este sentido, todo dependerá en gran medida de lo que pase en las comunidades autónomas vecinas. Pero Vicente López subraya que las heladas «fueron generalizadas en todo el valle del Ebro, desde La Rioja y Navarra a Cataluña», por lo que la disminución de las necesidades de mano de obra afectará a todas estos territorios del noreste de España. 

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