El Periódico de Aragón

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L@S DE LA CONTRA

Daniel Esteban: "Todos somos un poco payasos encerrados en personas"

Daniel Esteban, en el personaje del Capitán Spriki, bajo una cúpula geodésica. Jaime Galindo

‘Clown’, acróbata, 'showman'... desde que tiene 14 años, este zaragozano no conoce otro oficio que el de repartir ilusión a diestro y siniestro. Este año compartió con su ‘alter ego’, el Capitán Spriki, el premio a las Artes Escénicas Ares en la categoría artista revelación

¿Por qué nos has traído a esta cúpula geodésica para hacer la entrevista?

Cuando me preguntaste por lugares significativos, caí en la cuenta de que en Aragón no hay un espacio institucional o público que represente al circo, un sitio que apoye y albergue los entrenamientos y creaciones de los artistas circenses, como sí sucede en la danza o el teatro. Además, esta cúpula me inspira mucho, porque es lo más parecido a una carpa en Zaragoza, y es donde celebramos, con la asociación Carpa, el primer Día Mundial del Circo en Aragón. Aunque el evento fue todo un éxito, la Administración no nos dio facilidades para hacer uso de la cúpula y tuvimos que gastarnos mucho dinero en habilitarla. 

De 'acroball' va la cosa. Jaime Galindo

Podríamos decir que bautizaste la modalidad del ‘acroball’, aunque no la creaste desde cero. ¿Cómo fue?

Al terminar mi formación en la Escuela de Circo Carampa, me presenté con un dúo de portes acrobáticos, o acrobacias en pareja, a la École Supérieure des Arts du Cirque, en Bruselas, y nos cogieron. A pesar de que técnicamente nos iba genial, personalmente no me llevaba tan bien con mi compañero, así que decidí romper el dúo y buscar otra cosa. En la escuela me dijeron que tenía un mes para presentar un proyecto nuevo o si no me echaban. 

A menudo, al convertirnos en adultos, nos olvidamos del placer de jugar por jugar, como si ya no nos correspondiera

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Y entonces comenzaste a botar.

Un día, tras descubrir los vídeos de una artista haciendo malabares con los pies con pelotas de pilates, me fui al gimnasio de la escuela para jugar con ellas, y me flipó. El problema era que, si bien había alguna que otra referencia, nadie había hecho de esto su especialidad, por lo que no sabían cómo enseñarme. Me pusieron con el grupo de malabaristas para improvisar y encontrar mi propio vocabulario, iba a clases de acrobacias con la pelota y, poco a poco, creé mi propia escuela. Al final, pasaron de querer echarme a decir: "Oye, aquí hay algo interesante".

Tu cuerpo es, en gran medida, tu herramienta de trabajo. Un medio que evoluciona, se perfecciona, pero también se deteriora.

Es un temazo del que se habla poco en el mundo del circo. Yo tengo la suerte de que, más allá de las acrobacias, lo que me gusta es el arte. y considero que mi evolución natural va a ser centrarme más en el teatro y el 'clown', del que estoy enamorado. Siempre me ha interesado mucho el lado cómico y, cuando salí de la escuela, empecé una formación que dura toda la vida. El método de Michel Dallaire, de la mano de su discípulo Christophe Tellier. 

El mundo al revés. Jaime Galindo.

¿En qué consiste?

Básicamente estudia cómo lograr que la gente se ría más. Dejar de lado lo que crees que tienes que hacer para gustarle a los demás, quitar todas esas capas sociales que nos cohíben y averiguar qué es lo más gracioso de ti. Al final todos somos un poco payasos encerrados en personas. 

¿Qué riquezas nos ofrece el mundo del circo?

El circo se rodea de una especie de aura de que todo es posible, y creo que puede llegar a resultar muy inspirador porque de alguna manera anima a la gente a tirarse a la piscina y decir: "Si estos pueden hacer un doble mortal y caer en una plataforma, ¿por qué yo no voy a ser lo que quiero ser?".

Hablando de sueños... ¿Invita a reconciliarnos con nuestro niño interior?

En mis espectáculos, como por ejemplo con el Capitán Spriki, me gusta que haya varias capas. Una en la que los niños se sienten muy motivados porque creen que ayudan a Spriki a salvar el mundo; y otra en la que los padres, de algún modo, recuperan la fantasía e inocencia propia del niño, abandonan el mundo terrenal y dejan libre su imaginación. A menudo, al convertirnos en adultos, nos olvidamos del placer de jugar por jugar, como si ya no nos correspondiera. 

En el Capitán Spriki hay mucho de aprovechar el personaje para canalizar ciertos valores...

Como persona siempre me ha gustado participar en las luchas sociales, y en cierta forma mi personaje es también un medio para defender aquello que considero bueno o justo. Un superhéroe que pretende salvar el mundo ha de tener unos principios, y ya vale de que los superhéroes sean solamente los salvadores de EEUU (ríe), de aquellos enemigos nacionales que las élites políticas apuntan en ese momento. Yo prefiero poner el foco del bien y del mal en realidades mucho más próximas, como la contaminación de los mares, el comercio local, una alimentación saludable, no fumar o conocer y difundir la cultura aragonesa.

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Instantáneas circenses bajo la cúpula Jaime Galindo

Tengo entendido que empezaste a trabajar desde muy joven.

Sí, con 14 años. Por aquel entonces hacía parkour con mi hermano, y mi padre nos apuntó en Teruel a unas audiciones para el musical 'Dreams 2', que buscaba ser algo así como el Circo del Sol español.

¿Cómo convive Daniel Esteban con la dinámica itinerante de este oficio?

Al final te conviertes en un malabarista de las situaciones (ríe). La pandemia me enseñó a no viajar tanto, y la verdad es que me gustó bastante. Antes igual cogía tres aviones al mes, como mínimo. Trabajaba en Francia, Bélgica, Alemania, Corea del Sur... donde me llamasen. Era un desgaste tremendo. Ahora busco moverme en un entorno más local, ir y volver en coche, retomar las relaciones del pasado y construir otras nuevas. Cuando viajas tanto hay lazos del día a día, pero no sólidos. Valoras cosas que en apariencia pueden parecer chorradas, como que tus amigos te llamen al timbre de casa.

LA RÁFAGA


– Una canción.

– 'Cápitan', de Kados Mansalva. Un pedazo de rapero de Zaragoza.

– Un libro.

– ¡Mejor tres! 'El principito', 'Momo' y 'La historia interminable'.

– Un plato.

– Canelones.

– Un lugar.

– Zariche, un chalet que tienen mis abuelos en Castralvo, Teruel. Un lugar mágico.

– Una imagen recurrente.

– El Pilar y el Ebro desde el puente de Piedra o el de la Almozara volviendo de noche a casa.

– Zaragoza Florece.

– Vida y color para las calles de nuestra ciudad. ¡Queremos más espacios verdes!

– Viruela del mono.

– Ciruela del mono.

– Visita del emérito.

– Humor de mal gusto.

– Aprobación de la ley del 'solo sí es sí'.

– Claro que sí.

– Festivales de verano.

– ¡Qué ganas! ¡Y de piscina, montaña y mar! ¡Y de bailar y cantar! Olé, olé. Arte, arte, arte por todas partes.

– Algo que te aburre.

– Nada. Por mucho que lo piense no se me ocurre nada. Me aburro ya solo de pensar. ¡Ah mira, esto! Me aburre el aburrimiento. Sí, sé que no es muy original.

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