La guerra de Ucrania está provocando cambios importantes en el mapa de cultivos de Aragón. Aunque el trigo y la cebada siguen siendo los reyes del campo en la comunidad, la siembra del girasol y la colza han experimentado un crecimiento casi sin precedentes y escalan posiciones en la última campaña agrícola hasta convertirse el primero de ellos en la sexto cultivo por número de hectáreas. La superficie declarada de estas oleaginosas se ha disparado el 80%, un fenómeno que responde a un cúmulo de factores en los que ha influido el conflicto bélico que estalló a principios de año a las puertas de Europa.

El girasol está siendo uno de los grandes protagonistas del año por el temor a un posible desabastecimiento de un producto que es básico para la industria alimentaria nacional y para la producción de los piensos destinados a la ganadería intensiva. La alarma se desató a raíz de la invasión de las tropas rusas sobre Ucrania, considerado el granero de Europa y del que España depende enormemente en esta categoría agraria. Hasta este año, el 70% del consumo nacional del aceite elaborado con esta las pipas de la flor amarilla se importaba desde ese país, así como ingentes cantidades de semillas y tortas de la misma planta.

Ante el bloqueo de 20 millones de toneladas de grano y la posible escasez de cereales, la Unión Europea decretó medidas excepcionales como autorizar a los agricultores de los países miembros a cultivar las tierras que, en principio, tenían que dejar en barbecho para cumplir el llamado pago verde de la PAC. En este contexto, los agricultores aragoneses han optado por el cultivo del girasol y la colza como hace tiempo que no se recordaba. El primero de estos cultivos casi ha duplicado la superficie declarada, de las 14.487 hectáreas de la campaña anterior a las 26.174 de la actual –un 85% más –, mientras que el segundo ha subido de 5.017 a 8.206 –un 63% más–, según los datos facilitados por el Departamento de Agricultura del Gobierno de Aragón.

Las razones de este salto no se deben solo a la excepcionalidad de los barbechos. «Ha podido influir, pero no es la única razón», explica José María Salamero, director general de Política Agraria de la DGA, quien cree que los agricultores han optado también por estos cultivos en detrimento del maíz por tener unos menores costes de producción, los cuales se han disparado igualmente en el último año por el encarecimiento del gasoil, los fertilizantes y las semillas. «Existía además cierta incertidumbre en la disponibilidad de agua, que para el maíz es más necesaria», apunta. A estos factores suma también la mayor demanda de estas oleaginosas que ya venía registrando el mercado antes del estallido de la guerra de Ucrania.

En Aragón se han acogido a la excepcionalidad del barbecho 4.226 hectáreas, de las que la mayor parte corresponden al maíz (1.523), el girasol (1.142) y cebada (738). «Es la superficie declarada, no sabemos todavía lo que se ha sembrado», precisa Salamero.

Máximo en 20 años

«Es la campaña en la que más se ha sembrado girasol en Aragón en por lo menos 20 años», asegura José Antonio Miguel, secretario provincial de UAGA en Zaragoza y productor cerealista de la zona de Gallocanta. También considera que este crecimiento es consecuencia de varias circunstancias, como la crisis de Ucrania y los mejores precios. «Los umbrales de rentabilidad han mejorado y eso ha sido un incentivo para dejar algo más de tierra para este cultivo», señala.

Europa retira por sorpresa las ayudas de las PAC a estos

Asaja ha denunciado un «cambio por sorpresa» de la nueva PAC C (Política Agraria Común) que deja sin incentivo real al girasol y la colza, en pleno auge en Aragón en la actual campaña. La decisión ha generado un gran malestar entre los productores, que en España se concentran en las dos Castillas y Andalucía, y choca con la intención de incrementar su producción ante los cuellos de botella provocados por la invasión rusa en Ucrania. De hecho, Bruselas autorizó hace unos meses utilizar parte del barbecho para su cultivo.

Según esta organización agraria, en el proceso actual de negociación de la nueva PAC entre España y la UE en torno a la materialización del Plan Estratégico Nacional, las oleaginosas han pasado de ser un cultivo que nadie discutía que debía estar dentro del paquete proteico, e incluso se le iba a eliminar el tope de hectáreas mencionado, a quedar fuera de estas ayudas asociadas.