El Periódico de Aragón

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LOS ESTRAGOS DE LA DESPOBLACIÓN

La resistencia detrás de la barra: "Hemos tenido que adaptar los toriles para tener bar"

Tres hosteleros aragoneses defienden el papel capital de los bares en el día a día de los pueblos

La barra de Langa del Castillo se vacía con la llegada del frío. El Periódico

Aragón es la segunda comunidad autónoma con más ciudadanos sin un bar en sus municipios. Casi 16.000 aragoneses no cuentan en su localidad con este tipo de servicio, un local que en las poblaciones más reducidas se convierte en todo un pilar social y en el punto de encuentro principal para todos los vecinos. Un drama al que se enfrentan a diario tantos ciudadanos, hasta 142.000 en toda España, y que es un fiel reflejo de los problemas que puede acarrear la despoblación en distintas zonas del país.

Luz Benedicto (El Castellar): "Hemos acondicionado los toriles porque no tenemos servicio de bar"

El Castellar es uno de esos municipios aragoneses que no tienen hoy un bar entre sus servicios. Una situación que dificulta la reunión de los vecinos en su municipio pero contra la que gente como Luz Benedicto, de la asociación cultural El Castellar Pueblo en Acción, pelean: "Hasta que se resuelva este problema vamos a intentar suplirlo de alguna manera".

Y la táctica, hasta la fecha, no es nada convencional: "Hemos abierto los antiguos toriles y los hemos acondicionado como una barra de fiestas". Una propuesta que, sin embargo, no se va a extender más allá del pasado puente de Todos los Santos: "Pudimos dar un aperitivo al mediodía y organizar una fiesta de disfraces para los niños, pero el local no está hecho para abrir cada día".

Lamenta Benedicto el momento que atraviesa El Castellar, ya que un bar, para los vecinos, es "imprescindible para dinamizar el pueblo y es un servicio con el que la gente siempre cuenta".

Fue en el pasado mes de julio cuando los anteriores encargados del bar dejaron de prestar servicio. Sin embargo, una pareja del municipio se hizo cargo, "para que en verano siguiéramos teniendo el bar abierto". Una solución momentánea que no pudo ir a más y ante la que solo queda "esperar que la licitación se resuelva lo antes posible y tengamos nuevos inquilinos al frente del bar".

Tomás Uriol (Langa del Castillo): "En invierno no ganas ni para la cuota de autónomos"

No es lo habitual en los pueblos más pequeños, pero Tomás Uriol lleva más de trece años al frente del bar de Langa del Castillo. Una carrera de fondo en la que este bilbilitano ha aprendido a convivir con la soledad o las dificultades para administrar un negocio que a meses funciona y a meses no: "Es una situación muy complicada y a la que uno tiene que adaptarse".

"En invierno solo estamos 30 personas, a las 18.00 horas es de noche y no hay ganas de venir al bar", resume Uriol la llegada del frío a la comarca. Tan poca gente se acerca que, con lo que ingresa en esta estación, "hay meses en los que no ganas ni para pagar la cuota de autónomos". Algo a lo que él ya está acostumbrado, pero a lo que no cree que se quieran acercar jóvenes o gente en pareja: "Es un trabajo solitario, y durante mucho tiempo haces pocas cosas, por lo que no creo que sea muy atractivo para los jóvenes".

El desapego por los pueblos, la inmensa oferta de ocio de las grandes ciudades o un ritmo de vida completamente diferente al que hoy se acostumbra a la sociedad son algunas razones por las que Uriol ve que "mucha gente que coge un bar de pueblo no dura más de un verano".

Pese a ello, y cerca de los 60, Tomás sigue aprovechando "esos festivos y fines de semana en los que el pueblo se llena". Una nueva cocina es su última incorporación, para cumplir su deseo de "dar el mejor servicio posible a los vecinos de Langa". 

Álex Hernández (Bueña): "Todo el que pasa por el pueblo viene a tomar algo"

Un venezolano tras la barra del bar de un pequeño municipio turolense. Él es Álex Hernández y, desde el mes de abril, es el encargado de servir cañas, montar tapas y preparar platos de su tierra para los vecinos. "Encontré la oferta por internet y me interesó porque se podía llevar el bar y hacer de alguacil", resume este joven hostelero, que admite que ese segundo empleo municipal "es necesario" para mantener su residencia en el pueblo.

Aferrado a la idea de querer sacar adelante el negocio, Hernández se está haciendo un hueco en la oferta de la comarca con su apuesta por su propia cocina y su intención de ampliar los servicios que ofrece desde su local: "En breves vamos a instalar un horno para poder hacer pan y ya tenemos los permisos para ser una tienda multiservicio".

"Si te mueves, la gente se anima y responde a lo que tú ofreces", asegura Hernández, que entró a regentar el bar de Bueña en el pasado mes de abril. En este medio año a los fogones, se ha dado cuenta de que «todo el que pasa por el pueblo viene hasta el bar y toma algo con nosotros».

También, en su primera incursión en la cocina, Hernández ha recuperado la tradición de las cenas en este club social. "El bar es el sitio en el que se hacen todas las reuniones sociales", asegura el encargado del local, que abre su puerta a las clásicas partidas de los fines de semana y también a las grandes comidas de vecinos. 

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