Real Zaragoza

Víctor repara el reloj

El gol de Mesa en Butarque fue el segundo marcado en el descuento por un Zaragoza que no ha logrado más tantos más allá del minuto 76

Entre el anotado por Mollejo en el 92 en la primera vuelta ante el Cartagena y el del canario han pasado más de siete meses

Víctor grita durante el partido disputado el sábado en Butarque.

Víctor grita durante el partido disputado el sábado en Butarque. / Carlos Gil-Roig

Jorge Oto

Jorge Oto

Un gol del Real Zaragoza en el tramo final de un partido es algo casi inaudito. En toda la temporada, y ya se han recorrido 37 fechas de un calendario al que solo le restan cinco jornadas por delante, la mala relación del equipo aragonés con el marco contrario se ha visto agravada cuando los encuentros afrontan los últimos minutos, fase en la que venía siendo fácil hacer daño a una escuadra que, sin embargo, apenas inquietaba al oponente cuando el luminoso encaraba la cuenta atrás.

Por eso, el tanto de Maikel Mesa en Butarque supone un acontecimiento extraño para un equipo que solo había marcado un gol en el descuento antes. Y fue hace más de siete meses, cuando Mollejo sentenció la contienda (1-3) en Cartagena tras aprovechar un error del portero rival para hacer diana a puerta vacía. Desde entonces, el Zaragoza no había vuelto a ver puerta ni en la prolongación ni siquiera en los últimos minutos de los duelos.

De hecho, más allá del gol del manchego, no ha habido más tantos de los blanquillos a partir del minuto 77, lo que advierte de los problemas ofensivos (quizá asociados a una insuficiente calidad física que contribuiría decisivamente a poner cuesta arriba la recta final de los encuentros) de un Zaragoza en el que los tantos de Azón marcó en Gijón (2-2) y de Francés en casa ante el Cartagena (1-2) fueron, a excepción de los dos llegados en el descuento, los más postreros para un Zaragoza que no ha tenido el reloj como aliado en todo el curso. Ni con Escribá ni con Velázquez. Ni con el marcador a favor (en contadas ocasiones) ni en contra, lo que ha venido siendo más habitual, el cuadro aragonés ha adquirido fiabilidad en los compases finales de los partidos. El sábado, el penalti convertido por Mesa en el epílogo de la contienda anuncia, quizá, otro cambio aplicado por Víctor.

Con el aragonés en el banquillo, el Zaragoza es otro. En Butarque volvió a quedar patente el cambio de mentalidad de un equipo que ya no presenta bandera blanca en cuanto recibe el primer golpe. Al contrario, el Zaragoza luce ahora esa capacidad de reacción que le permitió sumar un valioso punto en tierras madrileñas.

Además, aquella crueldad del reloj en las rectas finales que el rival explotaba a la perfección para hacerle mucho daño parece estar pasando a mejor vida. Desde que Víctor tomó las riendas del equipo, solo el Levante ha marcado un tanto al Zaragoza en los últimos minutos, eso sí, el tanto (como consecuencia de un lanzamiento lejano de Dela que se coló por la escuadra de Badía) provocó la derrota blanquilla (2-1) en un encuentro que no mereció perder. En todo caso, nadie más ha sido capaz de perforar el marco del meta catalán cuando el luminoso afronta su recta final. 

Y la cuestión no es baladí porque el Zaragoza es el peor equipo de Segunda en este periodo, en el que ha perdido hasta diez puntos en un total de ocho encuentros, una sangría que Víctor se esfuerza ahora en taponar para mantener con vida a un equipo que ya presenta mejor cara. 

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