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Un participante en encuentros 'chemsex' se prepara para consumir droga.David Casasús / EFE

DÍA MUNDIAL DE LA LUCHA CONTRA EL SIDA

Los encuentros ‘chemsex’ proliferan en Zaragoza y hacen saltar las alarmas

Son reuniones que pueden durar varios días y en las que se consume drogas, entre ellas heroína, para mantener relaciones sexuales / El colectivo Omsida alerta de que hay casos que terminan en Urgencias por desmayos o sobredosis

Desenfreno, morbo, diversión, drogas, sexo y riesgo. Mucho riesgo. El fenómeno del chemsex, que consiste en mantener relaciones sexuales durante un tiempo prolongado (que pueden ser días) bajo los efectos de sustancias, ha empezado a proliferar con fuerza y con preocupación en Zaragoza, lo que ha hecho saltar todas las alarmas.

Este tipo de encuentros, que empezaron a surgir en Londres hace más de 10 años, han viajado tan rápido por Europa como lo han hecho las redes sociales, las aplicaciones de citas y la inmediatez por complacer el placer sexual sin uso alguno de protección. «Se trata de grupos muy cerrados, que quedan a través de internet para verse en pisos y locales. Barcelona y Madrid focalizan la mayoría de los encuentros y hasta allí se desplazaban desde aquí, pero últimamente nos empiezan a constar cada vez más casos en Zaragoza. Estamos muy preocupados porque conlleva un riesgo altísimo de infecciones», apunta a este diario Juan José Barrios, presidente de Omsida Aragón.

"Hablamos de adicción a las drogas, al sexo y a las redes sociales. Es un cóctel perjudicial en el que hay drogas como la heroína. Suena duro, pero se están viendo auténticos destrozos en los brazos», dice Juan Ramón Barrios, presidente de Omsida Aragón.

Tras el chemsex, de hecho, está gran parte de la explosión de enfermedades de transmisión sexual que han repuntado con fuerza en Aragón (y en España) tras la pandemia, sobre todo entre la gente joven. El problema de este «fenómeno cultural» practicado por gays, bisexuales y hombres que tienen sexo con hombres es, sobre todo, la mezcla de adicciones y tras el cual se empiezan a detectar problemas de salud mental. «Hablamos de adicción a las drogas, al sexo y a las redes sociales. Es un cóctel muy perjudicial en el que, por ejemplo, hay drogas inyectables como la heroína. Suena duro, pero se están viendo auténticos destrozos en los brazos de algunas personas», dice Barrios.

A las sustancias, en la jerga de quien ofrece y practica el chemsex, se les llama chuches y así es como se interactúa en las redes sociales para anunciar este tipo de encuentros. La situación de consumo es tal que, incluso, a los servicios de Urgencias de los hospitales de Aragón están llegando casos de «desmayos por sobredosis» producidos en encuentros de chemsex. «No hay límites. Cada uno los pone donde considera. Hay quien participa una vez y no vuelve, pero también quien lo hace una vez al mes o cada fin de semana. La gente se piensa que controla, que no va a pasar nada, pero las consecuencias pueden terribles. Hay personas que se pasan mucho», explica.

Reinfecciones de hepatitis C

En Omsida no tienen un porqué claro ante la proliferación de este fenómeno, aunque sí apuntan a problemas personales como la soledad, el miedo al rechazo o la vergüenza en el contexto sexual. «Las personas, bajos los efectos de las drogas, se atreven a hacer cosas que no harían en una situación normal. El chemsex lo consideran un entorno seguro. Las sustancias desinhiben y se usan para buscar un mayor disfrute de las relaciones sexuales. Todo, al final, hace evadirse a la persona de sus problemas», señala Barrios.

"Solo hay miedo al VIH, pero el resto de enfermedades no se tienen en cuenta. Es evidente que no hay una percepción de riesgo", añade Barrios.

Estas prácticas, focalizadas en un perfil de entre 30 y 40 años, están derivando en casos de reinfecciones de hepatitis C de forma frecuente. «Esto es un problema porque hay quien, en un periodo corto, se está contagiando hasta tres y cuatro veces. Solo hay miedo al VIH, pero el resto de enfermedades no se tienen en cuenta. Es evidente que no hay una percepción de riesgo», insiste Barrios.

Con los casos cada vez más al alza, los servicios sanitarios «son muy limitados» y están «saturados», tal y como asegura el presidente de Omsida. La Uasa de Zaragoza, que es la unidad asistencial especializada en tratamiento ambulatorio de los trastornos adictivos por consumo de sustancias, «no da más de sí» y tiene demoras de entre 15 o 20 días.

"Esto es como si te dan a probar el mejor chocolate del mundo y , una vez que lo pruebas, todos los demás te parecen basura. Ya no sales de ahí y es complicado", señala.

«Eso no nos lo podemos permitir. Tampoco debería suceder que una persona que acude a Urgencias, tras varios días de desenfreno y consumo, reciba el alta, salga del sistema sanitario y así se solucione el problema, sin seguimiento de su caso», reclama Barrios, quien asegura «que está falleciendo gente por esta moda tan peligrosa», indicó.

Falta de información y un "problema de Salud Pública"

Esta fórmula de llevar la práctica del sexo «al límite» es «muy difícil» de dejar cuando la persona arrastra problemas personales detrás que, de alguna manera, se quieren ocultar con estas prácticas. «Lo que voy a decir no es comparable y no quiero que suene mal, pero es para que la gente lo entienda. Esto es como si te dan a probar el mejor chocolate del mundo y , una vez que lo pruebas, todos los demás te parecen basura. Ya no sales de ahí y es complicado que te cambien de opinión», señala Barrios.

Problemas personales como la soledad, el miedo al rechazo o la vergüenza en el contexto sexual están detrás de algunas de las personas que practican estas citas.

Desde Omsida ya consideran el chemsex como «un problema de Salud Pública» y aseguran que «la Administración es consciente» de lo que está pasando. Insisten, además, en que hay una «gran falta de información» acerca de estos encuentros y de sus consecuencias, sobre todo entre los jóvenes.

Esto hace que, en medio del desconocimiento y de un perfil «que puede ser muy vulnerable», este tipo de encuentros sigan avanzando «sin ningún tipo de prevención», señala. «Nosotros tenemos un servicio de apoyo y aquí estamos para todo aquel que lo necesite. No queremos generar alarma, pero tampoco podemos darle la espalda a un problema que, de seguir así, se nos puede ir de las manos», reitera Barrios. «No podemos hacer como en los años de auge de la heroína, que se sabía que estaba ahí pero no se tomaban medidas y, al final, fue muy dramático», dice.

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